lunes, 24 de octubre de 2011

¿MUCHO QUE HACER?



Mateo 11:
25        En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
 26        Sí, Padre, porque así te agradó.

 27        Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
 28        Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
 29        Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
 30        porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.


Las personas que tratan de ser simpáticas a veces preguntan: «¿Siempre con mucho que hacer?». La pregunta parece inocente, pero para mí transmite un mensaje sutil. En el fondo, constituye una prueba del valor personal. Si no puedo recitar una lista de cosas que tengo que hacer, siento como si estuviera admitiendo que no valgo demasiado.

Pero ¿Dios determina nuestro valor por lo ocupados que estamos? ¿Calcula nuestra estima por la cantidad de cosas que logramos? ¿Nos recompensa por vivir al borde del agotamiento y descuidar nuestra vida?

Uno de los primeros versículos que aprendí cuando era niña fue Mateo 11:28: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar». En aquella época, no tenía mucho sentido para mí porque no entendía qué significaba el cansancio. Pero ahora que soy más grande, me siento tentada a mantener el ritmo de este mundo para no quedarme atrás.

Sin embargo los seguidores de Cristo no tienen por qué vivir así, ya que Él no sólo nos libertó de la esclavitud del pecado, sino también de la tiranía de tener que demostrar cuánto valemos.

Alcanzar muchos logros para Dios puede hacernos sentir importantes, pero lo que realmente nos hace valiosos para Él es lo que le permitimos llevar a cabo en nosotros: hacernos conforme a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:28-30).

Reflexión: Nuestro valor no depende de lo que hacemos para Dios, sino de lo que Él ha hecho en nosotros.
Nuestro Pan Diario

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.