Se complace
el Señor en los que le temen,y en los
que esperan en su misericordia.
Salmo
147:11.
Su
benignidad te guía al arrepentimiento.
Yo
escuchaba atentamente a ese predicador que insistía en el arrepentimiento para
tener la paz con Dios. «No se engañen –decía él– no pueden permanecer en el mal
y conocer el amor de Dios». Pero, ¿cómo hacer para arrepentirme? ¿Cómo tener la
fuerza para cambiar mi vida, si justamente tengo dudas y en el fondo no confío
en Dios? Siento que estoy dando vueltas: debo arrepentirme para obtener la
seguridad de mi fe, pero para arrepentirme, ¡justamente me hace falta la fe! Muy
turbado, pregunté al predicador:
–¿Es
necesario arrepentirse primero y creer luego, o al contrario, hacer al revés?
–Primero confía en el Señor, créele, y lo demás seguirá, fue la respuesta.
–Pero Jesús
dijo: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). –Sí, repuso el
predicador, pero no puedes arrepentirte si no tienes confianza en la bondad de
Dios. No puedes renunciar al mal sin tener esperanza en Su amor. Una vez que te
hayas vuelto hacia Dios, gustarás la dulzura de su perdón y tendrás esperanza. Entonces
creerás plenamente en las promesas del Evangelio.
Esta
explicación tocó mi corazón. Fui consciente de la bondad de Dios y supe que la
fe era el camino correcto. Entonces avancé humildemente por ese camino,
contando con el Señor. Luego él hizo lo demás. Me salvó y me ayudó a abandonar
mis malas costumbres y a seguirle con una paz que crece cada vez más.
Fuente: Amen
Amen
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