Ellos le
dijeron; a ¡Estás loca! Pero ella aseguraba que así era. (Hechos 12:15)
Rode, al
igual que María, fue tildada de loca. Ambas tenían un mensaje maravilloso que
dar, el cual habían recibido como respuesta a sus suplicas. Ambas habían orado
mucho y tuvieron el privilegio de ser portadoras de una buena noticia. Ninguna
de las dos se dio por vencida ante las burlas y la incredulidad de sus hermanos
en la fe. ¿Te pareces a estas mujeres o eres de las que, por temor al qué
dirán, apagas la llama que Dios ha puesto en ti para que des testimonio de lo
que él hace en tu vida?
A veces
tenemos la posibilidad de expresar nuestra gratitud por las cosas que Dios ha
hecho en nuestras vidas, pero nos cohibimos de hacerlo porque pensamos que se
van a burlar de nuestra ingenuidad. Entonces, en lugar de ordenar nuestros
pensamientos y palabras y dejar que nuestro corazón agradezca a Dios
libremente, sin prejuicios ni temores, decidimos hacer una oración mecánica o
un comentario superficial y perdemos la oportunidad de tocar un corazón. Por
eso en ocasiones nos dedicamos a escuchar los testimonios ajenos, para
compararlos con nuestra propia experiencia y así valorar si lo que nosotras
tenemos que contar es «interesante» o no.
Jesús
actuaba con mucha más naturalidad que nosotros. Él daba gracias a Dios por
todo, sin estar pendiente de si recibiría alguna mirada crítica o alguna burla.
Cuando sostenía en sus manos la sencilla y escasa comida consistente en cinco
panes y dos pececillos levantó al cielo sus brazos y bendijo a Dios
públicamente, a pesar de que era tan «poca cosa».
¿Se dedica
en tu iglesia tiempo a la testificación? Si es así no tienes que buscar en tus
recuerdos algo notable por lo cual «valga la pena» dar testimonio. Dar gracias
a Dios por lo cotidiano nos hace valorar cuan cerca está el Dios del cielo de
todos nosotros. Cuando somos capaces de agradecer por las cosas que ni siquiera
hemos pedido y que nos son concedidas diariamente como el sol o el agua, nos
estamos preparando para recibir cosas mayores.
La gratitud
es el mejor método para decirle al mundo que Dios es amor.
Tomado de
meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano
del Señor
Por Ruth
Herrera
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