Salmos 133
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
habitar los hermanos juntos en armonía!
2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual
desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y que baja hasta el borde de sus
vestiduras;
3 como el rocío de Hermón, que desciende sobre
los montes de Sión; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.
Todavía
recuerdo lo que fue llevar de vacaciones a nuestra familia y sentir que toda la
alegría del viaje se arruinaba con las peleas y las quejas de los niños en el
asiento trasero del auto. Quién puede olvidarse de los efectos perjudiciales de
« ¡Papá, ella me tocó!» o « ¡Mamá, él no me deja jugar!».
Si has
experimentado algo similar, puedes imaginarte cómo se siente Dios cuando Sus
hijos se quejan y pelean. Para el Señor, es importante llevarse bien.
Refiriéndose a nosotros, Jesús oró que «todos sean uno», para que el mundo crea
que Él vino del Padre (Juan 17:20-21). Y a los discípulos que tenían tendencia
a pelearse, les mandó que se amaran y se sirvieran unos a otros (13:34-35;
Mateo 20:20-28). También debe señalarse que entre las siete cosas que Dios
aborrece, se incluye a aquel «que siembra discordia entre hermanos» (Proverbios
6:19).
Por eso, no
sorprende que el salmista diga que, cuando los hermanos habitan en armonía, es
como «el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba […] de
Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras» (Salmo 133:1-2). En la
antigüedad, el aceite de la unción estaba lleno de especias aromáticas que
perfumaban todos los ambientes donde iba el ungido. ¡Que la unidad que surge de
nuestro amor y servicio mutuos bendiga con su fragancia nuestra familia,
iglesia y amistades!
Reflexión:
Los creyentes que se llevan bien esparcen la dulce fragancia de Jesús.
Fuentes:
Nuestro Pan Diario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.