jueves, 6 de octubre de 2011

RUTA DE LA REDENCIÓN


Filipenses 2


1

Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún refrigerio de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable y misericordias,

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completad mi gozo, que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.

3

Nada hagáis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad, estimándoos unos a otros como superiores a sí mismos,


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no mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los demás.

5

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús;

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el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación el ser igual a Dios;

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sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

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y hallado en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

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Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre;

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para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla; de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra,

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y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre.

 En su libro El primer hombre, James Hansen relata el viaje de Neil Armstrong a la luna. El escritor explica que a cada astronauta se le pidió que completara un informe después de concluir el vuelo. Ese informe enumeraba cómo habían viajado desde Houston, en Texas; a Cabo Kennedy, en Florida; a la luna; al Océano Pacífico; a Hawai; y regresado a Houston. ¡Qué lista de destinos!

 Hay otro itinerario que supera cualquier viaje que se haya hecho jamás. Imagina esta ruta de nuestro Salvador Jesucristo: lugar de origen, los lugares celestiales; destino inicial, Belén; modalidad de transporte, nacimiento virginal; objetivo del viaje, la redención de los pecadores; destino de regreso, la diestra del Padre.

 Filipenses 2:5-11 describe con elocuencia la venida de Cristo a la tierra a redimirnos. Un comentarista bíblico considera que este pasaje es un himno de alabanza a la gloria del Siervo sufriente que llegó a ser exaltado por Su obediencia: «… Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, […] se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte…» (vv. 5-9).

¡La extraordinaria ruta de la redención de nuestro Señor debería llenar nuestro corazón de gratitud y alabanza!

Reflexión: Dios se introdujo en la historia humana para ofrecernos el regalo de la vida eterna.

Nuestro Pan Diario

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