Hijo del Hombre, gracia por optar por hacerte humano. Mientras observo en la Biblia tu vida, veo cuál fue tu propósito para la vida humana.
Tú viviste con las mismas tentaciones que yo sufro, pero no pecaste. Viviste victoriosamente sobre la tentación y el pecado.
Mostraste cómo es la naturaleza humana perfecta. Fuiste santo, sin mancha e irreprensible.
Enséñame y ayúdame a seguir tus pisadas. Quiero ser como tú. Amén.
Filipenses 2:
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y hallado en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Jesús
mostró una amplia gama de las emociones humanas.
Sin embargo, Jesús jamás pecó en la forma cómo manifestó sus emociones.
Este es un aspecto en que resulta difícil evitar el pecado.
Tenemos explosiones emotivas. Manifestamos indebidamente las emociones. Dejamos que nuestras emociones guíen nuestra conducta y nos conduzcan a actos pecaminosos.
La mente siempre ha sido más importante para Dios que la conducta exterior.
En el Antiguo Testamento, el énfasis estaba en el corazón.
A veces la Biblia emplea la palabra corazón donde nosotros emplearíamos la palabra mente.
Por ejemplo: "Aplica tu corazón a la enseñanza" (Proverbios 23:12) y "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Proverbios 23:7).
Jesús empleó la palabra "corazón" en el mismo sentido: "Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?" (Mateo 9:4).
A Menudo nos sentimos satisfechos si nuestra conducta visible satisface las expectativas de la sociedad y los requisitos de Dios.
Dios mira la persona interior. Él le dijo a Samuel: "El hombre mira lo que está delante de sus ojos, peo Jehová mira el corazón" (1 Samuel 16:7).
En el sentido más estricto del Nuevo Testamento, podemos decir que el Señor mira la mente. Dios se interesa más en la persona interior que en la conducta
Sin embargo, Jesús jamás pecó en la forma cómo manifestó sus emociones.
Este es un aspecto en que resulta difícil evitar el pecado.
Tenemos explosiones emotivas. Manifestamos indebidamente las emociones. Dejamos que nuestras emociones guíen nuestra conducta y nos conduzcan a actos pecaminosos.
La mente siempre ha sido más importante para Dios que la conducta exterior.
En el Antiguo Testamento, el énfasis estaba en el corazón.
A veces la Biblia emplea la palabra corazón donde nosotros emplearíamos la palabra mente.
Por ejemplo: "Aplica tu corazón a la enseñanza" (Proverbios 23:12) y "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Proverbios 23:7).
Jesús empleó la palabra "corazón" en el mismo sentido: "Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?" (Mateo 9:4).
A Menudo nos sentimos satisfechos si nuestra conducta visible satisface las expectativas de la sociedad y los requisitos de Dios.
Dios mira la persona interior. Él le dijo a Samuel: "El hombre mira lo que está delante de sus ojos, peo Jehová mira el corazón" (1 Samuel 16:7).
En el sentido más estricto del Nuevo Testamento, podemos decir que el Señor mira la mente. Dios se interesa más en la persona interior que en la conducta
La conducta
exterior refleja lo que hay en lo íntimo de la mente.
Tal vez no cometamos el acto manifiesto de adulterio, pero Jesús dice "que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mateo 5:28).
Los cristianos que se horrorizan ante el asesinato siguen en pecado si tienen odio en el corazón.
Mateo 5:
21 Oísteis que fue dicho por los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare estará expuesto a juicio.
22 Mas yo os digo que cualquiera que sin razón se enojare contra su hermano, estará en peligro del juicio; y cualquiera que dijere a su hermano: Raca, estará en peligro del concilio; y cualquiera que le dijere: Fatuo, estará expuesto al infierno de fuego.
La avaricia de Acab --un pecado mental---precedió al acto manifiesto de asesinato y robo de la viña de Nabot.
1 Reyes 21:
1 Pasadas estas cosas, aconteció que Nabot de Jezreel tenía en Jezreel una viña junto al palacio de Acab rey de Samaria.
2 Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cercana a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que ésta; o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero.
3 Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.
4 Y vino Acab a su casa, triste y enojado por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió pan.
5 Y vino a él su esposa Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan triste tu espíritu, y no comes pan?
6 Y él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que, si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña.
7 Y su esposa Jezabel le dijo: ¿Reinas tú ahora sobre Israel? Levántate, y come pan, y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel.
8 Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su anillo y las envió a los ancianos y a los principales que moraban en su ciudad con Nabot.
9 Y las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno, y poned a Nabot a la cabecera del pueblo;
10 y poned a dos hombres hijos de Belial delante de él, que atestigüen contra él, y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo para que muera.
11 Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad, hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado.
12 Y promulgaron ayuno, y asentaron a Nabot a la cabecera del pueblo.
13 Vinieron entonces dos hombres perversos, y se sentaron delante de él; y aquellos hombres de Belial atestiguaron contra Nabot delante del pueblo, diciendo: Nabot ha blasfemado a Dios y al rey. Y lo sacaron fuera de la ciudad, y lo apedrearon con piedras, y murió.
14 Después enviaron a decir a Jezabel: Nabot ha sido apedreado y ha muerto.
15 Y como Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Acab: Levántate y posee la viña de Nabot de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Nabot no vive, sino que ha muerto.
Caín fue primero culpable del pecado invisible de la envidia antes que cometiera el pecado visible del asesinato del Abel.
Dios conoces el corazón y los pensamientos de nosotros. Su interés primordial es la mente de nosotros.
Tal vez no cometamos el acto manifiesto de adulterio, pero Jesús dice "que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mateo 5:28).
Los cristianos que se horrorizan ante el asesinato siguen en pecado si tienen odio en el corazón.
Mateo 5:
21 Oísteis que fue dicho por los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare estará expuesto a juicio.
22 Mas yo os digo que cualquiera que sin razón se enojare contra su hermano, estará en peligro del juicio; y cualquiera que dijere a su hermano: Raca, estará en peligro del concilio; y cualquiera que le dijere: Fatuo, estará expuesto al infierno de fuego.
La avaricia de Acab --un pecado mental---precedió al acto manifiesto de asesinato y robo de la viña de Nabot.
1 Reyes 21:
1 Pasadas estas cosas, aconteció que Nabot de Jezreel tenía en Jezreel una viña junto al palacio de Acab rey de Samaria.
2 Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cercana a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que ésta; o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero.
3 Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.
4 Y vino Acab a su casa, triste y enojado por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió pan.
5 Y vino a él su esposa Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan triste tu espíritu, y no comes pan?
6 Y él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que, si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña.
7 Y su esposa Jezabel le dijo: ¿Reinas tú ahora sobre Israel? Levántate, y come pan, y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel.
8 Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su anillo y las envió a los ancianos y a los principales que moraban en su ciudad con Nabot.
9 Y las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno, y poned a Nabot a la cabecera del pueblo;
10 y poned a dos hombres hijos de Belial delante de él, que atestigüen contra él, y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo para que muera.
11 Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad, hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado.
12 Y promulgaron ayuno, y asentaron a Nabot a la cabecera del pueblo.
13 Vinieron entonces dos hombres perversos, y se sentaron delante de él; y aquellos hombres de Belial atestiguaron contra Nabot delante del pueblo, diciendo: Nabot ha blasfemado a Dios y al rey. Y lo sacaron fuera de la ciudad, y lo apedrearon con piedras, y murió.
14 Después enviaron a decir a Jezabel: Nabot ha sido apedreado y ha muerto.
15 Y como Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Acab: Levántate y posee la viña de Nabot de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Nabot no vive, sino que ha muerto.
Caín fue primero culpable del pecado invisible de la envidia antes que cometiera el pecado visible del asesinato del Abel.
Dios conoces el corazón y los pensamientos de nosotros. Su interés primordial es la mente de nosotros.
El propósito
primordial de la venida de Cristo a la tierra fue morir por nuestros pecados.
Sin embargo, Jesús no vino sólo a morir. También vino a vivir y a enseñarnos a vivir.
El modo como Jesús vivió su vida tiene grandes consecuencias para nosotros.
Jesús se identificó deliberadamente con la vida sencilla de los seres humanos comunes y corrientes para que podamos identificarnos con EL.
Jesús dijo: "Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores" (Mateo 11:19).
Jesús optó por identificarse con los seres humanos más humildes.
Un problema que afrontamos es que hayamos a Jesucristo demasiado grandioso o elevado para imitarlo.
Sin embargo, Jesús se esmeró especialmente por identificarse con las personas más humildes e insignificantes a fin de invitarnos a identificarnos con El.
A fin de hacer firme esta identificación, Jesús se sometió al bautismo, un bautismo por lo regular para los pecadores.
Sin duda, estaba poniéndose en la corriente del género humano.
Satisfizo la objeción de Juan al responderle: "Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia" (Mateo 3:15).
Jesús no se bautizó por sus pecados, sino para identificarse con los pecadores.
En su vida inmaculada, Jesús reveló la naturaleza perfecta del género humano como El nos creó.
Un Dios perfecto se hizo Hombre perfecto por amor a nosotros. Podemos y debemos ser Como El.
Sin embargo, Jesús no vino sólo a morir. También vino a vivir y a enseñarnos a vivir.
El modo como Jesús vivió su vida tiene grandes consecuencias para nosotros.
Jesús se identificó deliberadamente con la vida sencilla de los seres humanos comunes y corrientes para que podamos identificarnos con EL.
Jesús dijo: "Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores" (Mateo 11:19).
Jesús optó por identificarse con los seres humanos más humildes.
Un problema que afrontamos es que hayamos a Jesucristo demasiado grandioso o elevado para imitarlo.
Sin embargo, Jesús se esmeró especialmente por identificarse con las personas más humildes e insignificantes a fin de invitarnos a identificarnos con El.
A fin de hacer firme esta identificación, Jesús se sometió al bautismo, un bautismo por lo regular para los pecadores.
Sin duda, estaba poniéndose en la corriente del género humano.
Satisfizo la objeción de Juan al responderle: "Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia" (Mateo 3:15).
Jesús no se bautizó por sus pecados, sino para identificarse con los pecadores.
En su vida inmaculada, Jesús reveló la naturaleza perfecta del género humano como El nos creó.
Un Dios perfecto se hizo Hombre perfecto por amor a nosotros. Podemos y debemos ser Como El.
Jesús
sintió muchas emociones humanas, tanto negativas como positivas.
Al hacerlo así, Jesús reveló una vida afectiva normal y saludable.
Dios tiene emociones, como lo demuestra con toda claridad el Antiguo Testamento.
Dios puede enojarse.
Números 25:
3 Y se acercó el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel.
Sentir celo:
Éxodo 20:
5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo, Jehová tu Dios, soy Dios celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.
Amar.
Jeremía 31:
3 Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Y ser compasivo.
Lamentaciones 3:
22 Es por la misericordia de Jehová que no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias
Jesús no rechazó ninguna emoción legítima. Su vida nos muestra toda la gama de las emociones humanas.
Tres veces el Nuevo Testamento menciona que Jesús se enojó.
La primera vez ocurre en la primera ocasión en que echó a los cambistas.
Jesús repitió esa acción en la última semana de su vida terrenal.
Mateo 21:
12 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada, mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Marcos 11:
15 Y vinieron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando vaso alguno.
17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada por todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Lucas 19:
45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él,
46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa, es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
A medida que lea el siguiente relato observe que la actitud de Jesús no fue un arrebato de cólera.
Manifestó celo por la casa de su Padre. Jesús planteó cuidadosamente sus acciones y dedicó tiempo a hacer un azote antes de manifestar el enojo que El y su Padre sentían por la profanación del templo.
Juan 2:
14 Y halló en el templo a los que vendían bueyes y ovejas y palomas, y a los cambistas sentados.
15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y desparramó el dinero de los cambistas, y trastornó las mesas;
16 y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado.
17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consumió.
Se vuelve a mencionar el enojo de Jesús en Marcos 3:1-5. Los fariseos estaban vigilando a Jesús para ver si sanaba en el día de reposo a un hombre con una mano seca.
"Mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones" (v. 5).
Se puede manifestar el enojo de forma ilegítima. Estas violaciones de santidad y la justicia, sin embargo, fueron oportunidades para la debida expresión del santo enojo.
La ira santa sale de una fuente pura que tal vez hagamos bien en no tratar de imitar.
Al hacerlo así, Jesús reveló una vida afectiva normal y saludable.
Dios tiene emociones, como lo demuestra con toda claridad el Antiguo Testamento.
Dios puede enojarse.
Números 25:
3 Y se acercó el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel.
Sentir celo:
Éxodo 20:
5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo, Jehová tu Dios, soy Dios celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.
Amar.
Jeremía 31:
3 Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Y ser compasivo.
Lamentaciones 3:
22 Es por la misericordia de Jehová que no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias
Jesús no rechazó ninguna emoción legítima. Su vida nos muestra toda la gama de las emociones humanas.
Tres veces el Nuevo Testamento menciona que Jesús se enojó.
La primera vez ocurre en la primera ocasión en que echó a los cambistas.
Jesús repitió esa acción en la última semana de su vida terrenal.
Mateo 21:
12 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada, mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Marcos 11:
15 Y vinieron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando vaso alguno.
17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada por todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Lucas 19:
45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él,
46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa, es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
A medida que lea el siguiente relato observe que la actitud de Jesús no fue un arrebato de cólera.
Manifestó celo por la casa de su Padre. Jesús planteó cuidadosamente sus acciones y dedicó tiempo a hacer un azote antes de manifestar el enojo que El y su Padre sentían por la profanación del templo.
Juan 2:
14 Y halló en el templo a los que vendían bueyes y ovejas y palomas, y a los cambistas sentados.
15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y desparramó el dinero de los cambistas, y trastornó las mesas;
16 y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado.
17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consumió.
Se vuelve a mencionar el enojo de Jesús en Marcos 3:1-5. Los fariseos estaban vigilando a Jesús para ver si sanaba en el día de reposo a un hombre con una mano seca.
"Mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones" (v. 5).
Se puede manifestar el enojo de forma ilegítima. Estas violaciones de santidad y la justicia, sin embargo, fueron oportunidades para la debida expresión del santo enojo.
La ira santa sale de una fuente pura que tal vez hagamos bien en no tratar de imitar.
En una
ocasión Jesús se indignó con sus discípulos. Ellos habían procurado impedirle a
la gente que le llevaran los niños para que los bendijera.
A menudo cuando no entendían sus métodos, Jesús fue moderado y paciente con ellos. Pero en esta ocasión "se indignó". Rara vez manifestó esta emoción.
Marcos 10: 14 Y viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
Es evidente que este pecado era serio. Jesús deseaba que los niños acudieran a Él.
Una vez los fariseos fueron a ver a Jesús y le pidieron una señal del cielo.
Ya Jesús había dado abundantes señales mediante sus sanidades y milagros.
Irónicamente, esta petición fue inmediatamente después que Jesús alimentara a cuatro mil personas.
¿Qué mayor señal pudieron estar desear?
Marcos 8: 12 Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
Marcos nos dice que Jesús "gimió" en su espíritu"; un ejemplo extraordinario de desaprobación.
Hasta la paciencia de Dios está limitada por su propia santidad perfecta.
Cuatro veces el Nuevo Testamento describe a Jesús angustiado y conmovido.
La primero vez ocurrió al morir Lázaro. En esta oportunidad, Jesús "se estremeció en espíritu y se conmovió" al ver llorar a María.
Juan 11: 33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que habían venido con ella, también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó.
Jesús " se conmovió en el espíritu" cuando anunció la traición de Judas.
Juan 13: 21 Habiendo dicho esto, Jesús se turbó en espíritu, y testificó diciendo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
La perspectiva del monumental fracaso humano y la traición de un íntimo amigo era algo explicablemente angustioso.
En Getsemaní, la noche antes de su muerte, Jesús "comenzó a entristecerse y a angustiarse".
Marcos 14: 33 Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
Jesús llegó a expresar su abrumadora tristeza: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Marcos 14:34.
Más tarde en Getsemaní, estuvo "en agonía" y probablemente sudó sangre.
Lucas 22: 44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y fue su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Jesús fue indudablemente capaz de sentir una profunda emoción humana y la expresó francamente.
Tenemos una idea de la aflicción de Dios por el imperio del pecado y de la muerte cuando Jesús lloró ante la tumba de Lázaro (Juan 11:35).
Jesús "gimió" cuando estaba sanando al sordomudo.
Marcos 7: 34 y alzando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata; que es: Sé abierto.
Jesús fue capaz de sentir una aflicción profunda. Los dos gritos de angustia por Jerusalén indican un intenso amor que ha sido profundamente herido: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviado! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! (Lucas 13:34).
Jesús también lloró por la ciudad de Jerusalén durante la entrada triunfal.
Casi oímos el gemido en su tono cuando dijo: "¡Oh, si también tú conocieseis, a lo menos en este día, lo que es para su paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos" (Lucas 19:42). No hay clamores más elocuentes en toda la literatura.
A menudo cuando no entendían sus métodos, Jesús fue moderado y paciente con ellos. Pero en esta ocasión "se indignó". Rara vez manifestó esta emoción.
Marcos 10: 14 Y viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
Es evidente que este pecado era serio. Jesús deseaba que los niños acudieran a Él.
Una vez los fariseos fueron a ver a Jesús y le pidieron una señal del cielo.
Ya Jesús había dado abundantes señales mediante sus sanidades y milagros.
Irónicamente, esta petición fue inmediatamente después que Jesús alimentara a cuatro mil personas.
¿Qué mayor señal pudieron estar desear?
Marcos 8: 12 Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
Marcos nos dice que Jesús "gimió" en su espíritu"; un ejemplo extraordinario de desaprobación.
Hasta la paciencia de Dios está limitada por su propia santidad perfecta.
Cuatro veces el Nuevo Testamento describe a Jesús angustiado y conmovido.
La primero vez ocurrió al morir Lázaro. En esta oportunidad, Jesús "se estremeció en espíritu y se conmovió" al ver llorar a María.
Juan 11: 33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que habían venido con ella, también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó.
Jesús " se conmovió en el espíritu" cuando anunció la traición de Judas.
Juan 13: 21 Habiendo dicho esto, Jesús se turbó en espíritu, y testificó diciendo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
La perspectiva del monumental fracaso humano y la traición de un íntimo amigo era algo explicablemente angustioso.
En Getsemaní, la noche antes de su muerte, Jesús "comenzó a entristecerse y a angustiarse".
Marcos 14: 33 Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
Jesús llegó a expresar su abrumadora tristeza: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Marcos 14:34.
Más tarde en Getsemaní, estuvo "en agonía" y probablemente sudó sangre.
Lucas 22: 44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y fue su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Jesús fue indudablemente capaz de sentir una profunda emoción humana y la expresó francamente.
Tenemos una idea de la aflicción de Dios por el imperio del pecado y de la muerte cuando Jesús lloró ante la tumba de Lázaro (Juan 11:35).
Jesús "gimió" cuando estaba sanando al sordomudo.
Marcos 7: 34 y alzando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata; que es: Sé abierto.
Jesús fue capaz de sentir una aflicción profunda. Los dos gritos de angustia por Jerusalén indican un intenso amor que ha sido profundamente herido: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviado! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! (Lucas 13:34).
Jesús también lloró por la ciudad de Jerusalén durante la entrada triunfal.
Casi oímos el gemido en su tono cuando dijo: "¡Oh, si también tú conocieseis, a lo menos en este día, lo que es para su paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos" (Lucas 19:42). No hay clamores más elocuentes en toda la literatura.
Lucas 23:
47 Y cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
El Nuevo Testamento menciona más emociones positivas que negativas de Jesús.
Al echar a los cambistas del templo, los discípulos de Jesús vieron primordialmente su celo que dominaba y era más importante que su enojo.
Juan 2:
17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consumió.
Esto era un cumplimiento mesiánico del Salmo 69:9. El celo es una emoción profunda. Todo lo que Jesús sentía, Lo sentía profundamente.
Jesús manifestó deseo y esperanza antes de la última cena. Les dijo a los discípulos: "¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua enaste que padezca!" (Lucas 22:15).
¡Jesús había esperado ese momento! La esperanza es una virtud excepcional. A veces consideramos la esperanza sólo como un recurso desesperado: "Espero que al fin las cosas salgan bien".
En el Nuevo Testamento, sin embargo, la esperanza es el disfrute presente de una bendición futura.
Jesucristo sabía cómo saldrían las cosas. Para Jesús, la cena era una ocasión feliz. La habrá estado anhelando.
47 Y cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
El Nuevo Testamento menciona más emociones positivas que negativas de Jesús.
Al echar a los cambistas del templo, los discípulos de Jesús vieron primordialmente su celo que dominaba y era más importante que su enojo.
Juan 2:
17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consumió.
Esto era un cumplimiento mesiánico del Salmo 69:9. El celo es una emoción profunda. Todo lo que Jesús sentía, Lo sentía profundamente.
Jesús manifestó deseo y esperanza antes de la última cena. Les dijo a los discípulos: "¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua enaste que padezca!" (Lucas 22:15).
¡Jesús había esperado ese momento! La esperanza es una virtud excepcional. A veces consideramos la esperanza sólo como un recurso desesperado: "Espero que al fin las cosas salgan bien".
En el Nuevo Testamento, sin embargo, la esperanza es el disfrute presente de una bendición futura.
Jesucristo sabía cómo saldrían las cosas. Para Jesús, la cena era una ocasión feliz. La habrá estado anhelando.
Una vez
Jesús dijo que se alegraba. La alegría es el festejo del constante gozo
interior.
La alegría ocurre cuando el gozo se expresa sobre una ocasión especial.
Al salir hacia Betania para levantar a Lázaro de los muertos, Jesús les dijo a los discípulos: "Lázaro no ha muerto; y me alegro, por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis".
Juan 11:
14 Y entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
15 y me alegro por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
A lo largo de su ministerio, Jesús se había decepcionado por la falta de fe de los discípulos.
La resurrección sería sin duda un mensaje a la fe de ellos; Jesús se sentía alegre.
El gozo caracterizó la conducta de la vida de Jesús.
Al volver de su misión los setenta, Jesús "se regocijó en el Espíritu " (Lucas 10:21).
Jesús expresó gozo aun la noche de la última cena mientras se dirigía hacia la cruz.
Después que Jesús les dijo a sus discípulos que la obediencia los haría permanecer en su amor, les dijo: "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (Juan 15:11).
De todas las extrañas circunstancias bajo las cuales El pudo expresar gozo, esta noche de su traición, arresto y juicios parece la más extraordinaria.
Tal vez en esto sea donde muchos pasamos por alto la actitud de Cristo más que en ningún otro aspecto.
Nos preocupamos por los problemas del mañana. Todo el tiempo de esta noche de pascua habría sido un tiempo de intenso terror para cualquier otro ser humano.
Deliberadamente Jesús no entró en ese pasmoso terror hasta que llegó a Getsemaní. Durante la última cena, Jesús estaba alegre. ¡Jesús sintió gozo!
La alegría ocurre cuando el gozo se expresa sobre una ocasión especial.
Al salir hacia Betania para levantar a Lázaro de los muertos, Jesús les dijo a los discípulos: "Lázaro no ha muerto; y me alegro, por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis".
Juan 11:
14 Y entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
15 y me alegro por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
A lo largo de su ministerio, Jesús se había decepcionado por la falta de fe de los discípulos.
La resurrección sería sin duda un mensaje a la fe de ellos; Jesús se sentía alegre.
El gozo caracterizó la conducta de la vida de Jesús.
Al volver de su misión los setenta, Jesús "se regocijó en el Espíritu " (Lucas 10:21).
Jesús expresó gozo aun la noche de la última cena mientras se dirigía hacia la cruz.
Después que Jesús les dijo a sus discípulos que la obediencia los haría permanecer en su amor, les dijo: "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (Juan 15:11).
De todas las extrañas circunstancias bajo las cuales El pudo expresar gozo, esta noche de su traición, arresto y juicios parece la más extraordinaria.
Tal vez en esto sea donde muchos pasamos por alto la actitud de Cristo más que en ningún otro aspecto.
Nos preocupamos por los problemas del mañana. Todo el tiempo de esta noche de pascua habría sido un tiempo de intenso terror para cualquier otro ser humano.
Deliberadamente Jesús no entró en ese pasmoso terror hasta que llegó a Getsemaní. Durante la última cena, Jesús estaba alegre. ¡Jesús sintió gozo!
Cinco veces
los evangelios mencionan a Jesús teniendo compasión.
En tres de ellas, sintió compasión de una multitud.
Mateo 14:
14 Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.
Mateo 9:
36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
Las grandes multitudes despertaban su piedad. Jesús veía la gran necesidad del pueblo.
Una vez, cuando comenzó a sanar a un leproso, Jesús tuvo "misericordia de él"
Marcos 1: 41 Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.
Cuando Jesús se encontró con el entierro de un joven de Naín, lo detuvo. La madre del joven era viuda, y Jesús "se compadeció de ella".
Lucas 7: 13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
Tenía un corazón tierno por los necesitados y sufridos. En todas estas ocasiones, Jesús satisfizo las necesidades y ayudó a los que sufrían.
La suprema emoción de Jesucristo es el amor. Se menciona el amor de Jesús más que ninguna otra emoción.
Cuando el joven rico fue a ver a Jesús, éste "mirándole, le amó".
Marcos 10: 21 Entonces Jesús, mirándole, le amó.
Cuando Lázaro se enfermó, María y Marta le enviaron un mensaje a Jesús: "Señor, he aquí el que amas está enfermo".
Juan 11: 3 Enviaron, pues, sus hermanas a Él, diciendo: Señor, he aquí el que amas está enfermo.
Dos versículos más adelante Juan nos dice que Jesús amaba "a Marta, a su hermana y a Lázaro".
Juan 11: 5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro.
Al principio de la cena, "como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin".
Juan 13: 1 Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Un poco más tarde, Jesús les dijo: "Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado".
Juan 15: 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Para evitar mencionar su propio nombre, Juan se refirió a sí mismo como el discípulo "al cual Jesús amaba"
Juan 13: 23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado en el pecho de Jesús.
Juan 19: 26 Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
El amor es la emoción dominante en la mente de Cristo.
En tres de ellas, sintió compasión de una multitud.
Mateo 14:
14 Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.
Mateo 9:
36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
Las grandes multitudes despertaban su piedad. Jesús veía la gran necesidad del pueblo.
Una vez, cuando comenzó a sanar a un leproso, Jesús tuvo "misericordia de él"
Marcos 1: 41 Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.
Cuando Jesús se encontró con el entierro de un joven de Naín, lo detuvo. La madre del joven era viuda, y Jesús "se compadeció de ella".
Lucas 7: 13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
Tenía un corazón tierno por los necesitados y sufridos. En todas estas ocasiones, Jesús satisfizo las necesidades y ayudó a los que sufrían.
La suprema emoción de Jesucristo es el amor. Se menciona el amor de Jesús más que ninguna otra emoción.
Cuando el joven rico fue a ver a Jesús, éste "mirándole, le amó".
Marcos 10: 21 Entonces Jesús, mirándole, le amó.
Cuando Lázaro se enfermó, María y Marta le enviaron un mensaje a Jesús: "Señor, he aquí el que amas está enfermo".
Juan 11: 3 Enviaron, pues, sus hermanas a Él, diciendo: Señor, he aquí el que amas está enfermo.
Dos versículos más adelante Juan nos dice que Jesús amaba "a Marta, a su hermana y a Lázaro".
Juan 11: 5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro.
Al principio de la cena, "como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin".
Juan 13: 1 Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Un poco más tarde, Jesús les dijo: "Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado".
Juan 15: 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Para evitar mencionar su propio nombre, Juan se refirió a sí mismo como el discípulo "al cual Jesús amaba"
Juan 13: 23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado en el pecho de Jesús.
Juan 19: 26 Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
El amor es la emoción dominante en la mente de Cristo.
DOMINIO DE
LOS IMPULSOS EMOCIONALES
Filipenses 2:
13 porque es Dios el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
14 Haced todo sin murmuraciones ni contiendas,
15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin mancha, en medio de una generación torcida y perversa, en la cual resplandecéis como luminares en el mundo;
Isaías 9:
6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado será sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
OREMOS PARA CONTINUAR.
Admirable consejero, me meto en demasiados problemas por causa de mis impulsos emocionales.
A veces parecen incontrolables. ¿Seré capaz alguna vez de dominar esos impulsos?
Acudo hoy a tu consejo. Enséñame con el ejemplo de Jesús a expresar correctamente mis emociones.
Quiero darte honra y brillar como una luz en un mundo de tinieblas.
Gracias porque me ayudarás a desear las cosas buenas y me capacitarás para hacerlas. Amén.
Filipenses 2:
13 porque es Dios el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
14 Haced todo sin murmuraciones ni contiendas,
15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin mancha, en medio de una generación torcida y perversa, en la cual resplandecéis como luminares en el mundo;
Isaías 9:
6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado será sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
OREMOS PARA CONTINUAR.
Admirable consejero, me meto en demasiados problemas por causa de mis impulsos emocionales.
A veces parecen incontrolables. ¿Seré capaz alguna vez de dominar esos impulsos?
Acudo hoy a tu consejo. Enséñame con el ejemplo de Jesús a expresar correctamente mis emociones.
Quiero darte honra y brillar como una luz en un mundo de tinieblas.
Gracias porque me ayudarás a desear las cosas buenas y me capacitarás para hacerlas. Amén.
Observe la
ausencia en la mente de Jesús de las emociones negativas tales como el
pesimismo, el desaliento, la duda, el cinismo, la sospecha y la melancolía.
No sentía temores morbosos, Jesús nunca se preocupó por los problemas de su vida, tales cómos los frecuentes fracasos de sus discípulos, sus relaciones difíciles con las autoridades, su rechazo en su propia ciudad natal o lo terrible de la cruz.
Según el ejemplo de Jesús, las emociones son normales y típicas del género humano creado por Dios.
Las emociones de Jesús, sin embargo, eran permanentes y no estaban sujetas al impulso.
Se expresaban cuando la ocasión lo requería. Ya hemos visto que Dios sintió ira santa, y que Jesús se enojó.
Pero la ira de Dios no va y viene. Dios nunca "se enfurece".
La ira de Dios es una parte permanente, inalterada y santa de su carácter.
Dios se reserva la expresión de sus emociones para esos momentos en que necesitamos conocer la importancia de su santidad.
No siempre percibimos las diversas emociones de Dios, pero siempre están presentes.
El echar a los cambistas del templo no fue un acto irreflexivo e impulsivo.
Jesús mismo hizo el azote. Serena y deliberadamente, Jesús manifestó la justa ira de la santidad inalterable.
Hasta que la santidad absoluta consuma todo nuestro ser, haremos bien en no tratar de expresar el justo enojo.
Las emociones de Jesús eran permanentes e inalterables.
El mayor peligro para quienes queremos tener la actitud de Cristo es actuar de forma impulsiva.
No sentía temores morbosos, Jesús nunca se preocupó por los problemas de su vida, tales cómos los frecuentes fracasos de sus discípulos, sus relaciones difíciles con las autoridades, su rechazo en su propia ciudad natal o lo terrible de la cruz.
Según el ejemplo de Jesús, las emociones son normales y típicas del género humano creado por Dios.
Las emociones de Jesús, sin embargo, eran permanentes y no estaban sujetas al impulso.
Se expresaban cuando la ocasión lo requería. Ya hemos visto que Dios sintió ira santa, y que Jesús se enojó.
Pero la ira de Dios no va y viene. Dios nunca "se enfurece".
La ira de Dios es una parte permanente, inalterada y santa de su carácter.
Dios se reserva la expresión de sus emociones para esos momentos en que necesitamos conocer la importancia de su santidad.
No siempre percibimos las diversas emociones de Dios, pero siempre están presentes.
El echar a los cambistas del templo no fue un acto irreflexivo e impulsivo.
Jesús mismo hizo el azote. Serena y deliberadamente, Jesús manifestó la justa ira de la santidad inalterable.
Hasta que la santidad absoluta consuma todo nuestro ser, haremos bien en no tratar de expresar el justo enojo.
Las emociones de Jesús eran permanentes e inalterables.
El mayor peligro para quienes queremos tener la actitud de Cristo es actuar de forma impulsiva.
¿Qué
emociones están sujetas al impulso?
Las emociones que nos dominan de repente son casi siempre negativas: ira, codicia y venganza.
Estas son además las emociones más difíciles de dominar. Actuamos antes de pensar.
La Biblia hace hincapié en la voluntad cuando se refiere a la mente.
La mente espiritual pone a sabiendas la venganza en las manos del Señor.
Hebreos 10: 30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
La mente de Cristo tiene emociones permanentes negativas y positivas, pero están sujetas a la voluntad.
Su exposición pública está sujeta a la sabiduría divina.
Las emociones que nos dominan de repente son casi siempre negativas: ira, codicia y venganza.
Estas son además las emociones más difíciles de dominar. Actuamos antes de pensar.
La Biblia hace hincapié en la voluntad cuando se refiere a la mente.
La mente espiritual pone a sabiendas la venganza en las manos del Señor.
Hebreos 10: 30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
La mente de Cristo tiene emociones permanentes negativas y positivas, pero están sujetas a la voluntad.
Su exposición pública está sujeta a la sabiduría divina.
JESUS Y LA
SABIDURIA
SANTIAGO 1:
5 Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
6 Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es llevada por el viento y echada de una parte a otra.
I CORINTIOS 1:
24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
SANTIAGO 1:
5 Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
6 Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es llevada por el viento y echada de una parte a otra.
I CORINTIOS 1:
24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Jesús nunca
dejó de usar su intelecto para hacer avanzar la obra de Dios.
Ya a la edad de doce años, Jesús estaba en los negocios de su Padre.
En el templo Jesús fue sensible al escuchar a los maestros.
Estos interrogaban a Jesús y "se maravillaban de su inteligencia y de su respuestas" (Lucas 2:47).
Jesús tenía un conocimiento increíble y hacía un uso excepcional del Antigua Testamento.
Jesús mostró un intelecto agudo y una reacción rápida.
Remitió al propósito de Dios a quienes lo interrogaban.
Cuando los principales sacerdotes, escriba y ancianos le exigieron que identificara su autoridad, Jesús remitió la pregunta de ellos al bautismo de Juan y al propósito divino de Dios.
Lucas 20:
3 Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Os preguntaré yo también una cosa; respondedme:
4 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?
5 Y ellos razonaban entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
Jesús contestó la pregunta sobre el dar tributo al César diciendo que tanto la autoridad civil como la divina deben recibir su debido reconocimiento.
Lucas 20:
22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?
23 Pero Él, entendiendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?
24 Mostradme una moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.
25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César; y a Dios lo que es de Dios.
Jesús desconcertó a los saduceos al señalarles su fracaso en comprender las Escrituras.
Lucas 20:
27 Entonces vinieron unos de los saduceos, los cuales niegan que hay resurrección, y le preguntaron,
28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo esposa, y él muriere sin hijos, que su hermano tome a su esposa, y levante simiente a su hermano.
29 Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos.
30 Y el segundo la tomó como esposa, el cual también murió sin hijos.
31 Y la tomó el tercero; asimismo también los siete; y murieron sin dejar descendencia.
32 Y a la postre de todos murió también la mujer.
33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será esposa? porque los siete la tuvieron por esposa.
34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este mundo se casan, y se dan en casamiento;
35 pero los que fueren tenidos por dignos de aquel mundo y la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.
36 Porque no pueden morir ya más; pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.
37 Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
38 Porque Él no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven para Él.
Los propósitos de Dios eran la fuente de sus fáciles respuestas.
Ya a la edad de doce años, Jesús estaba en los negocios de su Padre.
En el templo Jesús fue sensible al escuchar a los maestros.
Estos interrogaban a Jesús y "se maravillaban de su inteligencia y de su respuestas" (Lucas 2:47).
Jesús tenía un conocimiento increíble y hacía un uso excepcional del Antigua Testamento.
Jesús mostró un intelecto agudo y una reacción rápida.
Remitió al propósito de Dios a quienes lo interrogaban.
Cuando los principales sacerdotes, escriba y ancianos le exigieron que identificara su autoridad, Jesús remitió la pregunta de ellos al bautismo de Juan y al propósito divino de Dios.
Lucas 20:
3 Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Os preguntaré yo también una cosa; respondedme:
4 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?
5 Y ellos razonaban entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
Jesús contestó la pregunta sobre el dar tributo al César diciendo que tanto la autoridad civil como la divina deben recibir su debido reconocimiento.
Lucas 20:
22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?
23 Pero Él, entendiendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?
24 Mostradme una moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.
25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César; y a Dios lo que es de Dios.
Jesús desconcertó a los saduceos al señalarles su fracaso en comprender las Escrituras.
Lucas 20:
27 Entonces vinieron unos de los saduceos, los cuales niegan que hay resurrección, y le preguntaron,
28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo esposa, y él muriere sin hijos, que su hermano tome a su esposa, y levante simiente a su hermano.
29 Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos.
30 Y el segundo la tomó como esposa, el cual también murió sin hijos.
31 Y la tomó el tercero; asimismo también los siete; y murieron sin dejar descendencia.
32 Y a la postre de todos murió también la mujer.
33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será esposa? porque los siete la tuvieron por esposa.
34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este mundo se casan, y se dan en casamiento;
35 pero los que fueren tenidos por dignos de aquel mundo y la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.
36 Porque no pueden morir ya más; pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.
37 Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
38 Porque Él no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven para Él.
Los propósitos de Dios eran la fuente de sus fáciles respuestas.
ESTE TEMA
FUE TOMADO DEL LIBRO
"LA MENTE DE CRISTO".
BY HUNT & KING.
DIOS LE BENDIGA A TODOS
"LA MENTE DE CRISTO".
BY HUNT & KING.
DIOS LE BENDIGA A TODOS
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