Lectura: Lucas2:1-7.
"¡Gloria a
Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres!" Lucas 2:14
De vez en cuando,
descubro que estoy pensando en el sorprendente esquema de la fe. Por ejemplo,
parado en un aeropuerto, observo personas de aspecto importante, vestidas con
trajes de negocio y con portafolios a su costado, que se detienen en una
cafetería antes de salir apurados hacia otra explanada. ¿Hay alguno que piense
en Dios?, me pregunto.
Los creyentes
comparten una creencia extraña en universos paralelos. Un universo consiste en
vidrio, hierro, ropa de lana, portafolios de cuero y olor a café recién molido.
El otro está formado por ángeles, fuerzas espirituales y lugares de ubicación
desconocida llamados cielo e infierno. De manera palpable, nosotros habitamos
el mundo material; es necesaria la fe para que uno se considere ciudadano del
otro mundo invisible.
La Navidad cambia
el rumbo de las cosas y alude a la lucha que se desencadena cuando el Señor de
ambos mundos desciende a vivir según las reglas de uno de ellos. En Belén,
ambos mundos se unieron, se alinearon. Lo que Jesús posteriormente llevó a cabo
en el planeta Tierra hace posible que Dios, en un día futuro, resuelva todas
las discordancias entre ambos sistemas. Con razón hubo un coro de ángeles que
estalló en un cántico espontáneo; cántico que no sólo perturbó a algunos
pastores, sino también a todo el universo (Lucas 2:13-14).
Fuentes: Nuestro Pan Diario
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