jueves, 15 de diciembre de 2011

PROBLEMA DE SUMISIÓN



Santiago 4: 1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?
 2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
 3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

 4 !Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
 5 ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
 6 Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
 7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
 8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
 9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
10 Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.

Durante una entrevista en un programa de televisión, una artista famosa confesó que gastaba miles de dólares y cientos de horas todos los años en artículos para el cabello y en la peluquería. Reconocía que eso se había convertido en una adicción y admitía que tenía un problema de «sumisión al cabello».

La palabra sumisión significa «entrega a la autoridad o el control de otro». Debido a su deseo de lucir y sentirse hermosa, esta celebridad permitía que su cabello le controlara la vida.

La historia de esta mujer podría hacer que nos preguntemos cuáles son los deseos de nuestro corazón y a qué nos estamos sometiendo. ¿Hay a veces cosas que deseamos tanto que nos subordinamos a hacer lo que sea con tal de conseguirlas? ¿Nos rendimos ante la admiración, las posesiones, el yo, la comida, el dinero, el placer?

En su Epístola a los Romanos, Pablo dijo: «… si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis…» (6:16). Cuando nuestros deseos «combaten» en nuestro interior (Santiago 4:1), debemos someternos al Señor como «siervos de Dios» (Romanos 6:22).

Humillarnos delante del Señor (Santiago 4:10) y pedirle que nos muestre cómo está nuestro corazón nos ayudará a reconocer si tenemos problemas de sumisión.

Reflexión: La verdadera libertad no es elegir nuestro propio camino, sino someternos al camino de Dios.

Fuentes: Nuestro Pan Diario
@ Reflexiones Bíblicas

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