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Salmo 51.1-14 | Primero, la
meditación produce intimidad genuina con Dios. Piense en un miembro de su
familia o en uno de sus buenos amigos.
La clase de relación que comparten no
apareció de repente. Por el contrario, es el resultado de una estrecha y larga
trayectoria de años, edificada sobre una base de amor y confianza. Tenemos que
preguntarnos: ¿Cómo es posible relacionarnos con alguien sin pasar tiempos
juntos? Del mismo modo, no podemos mejorar nuestra relación con el Señor a
menos que pasemos tiempo con Él.
Segundo,
nuestra meditación nos permite desarrollar un corazón puro. Si pasamos tiempo
en la presencia del Señor, Él sacará de nuestro corazón las cosas que no deben
estar allí. Vemos esto claramente en el arrepentimiento del rey David, como
está descrito en el Salmo 51. Este pasaje fue escrito después del angustioso
reconocimiento por David de su pecado con Betsabé. Por la estrecha relación que
tenía con Dios, David no podía esconderse de su pecado. En el versículo 3
clama: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de
mí”.
El doloroso
reconocimiento de lo que había hecho, llevó a David a la reconciliación con el
Señor. De la misma manera, cuando permitimos que nuestra relación con el Señor
invada los lugares más oscuros de nuestro corazón, podemos encontrar el aliento
para aceptar el amor y el perdón asombrosos de nuestro Padre celestial.
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