LEA: Isaías
40:27-31; 41:10 | En el transcurso de la historia, gran cantidad de lugares en
el mundo han sido sacudidos por tormentas tremendas y huracanes que dejaron
como secuelas inundaciones masivas y destrucción. Muchas personas también se
ven afectadas por los cortes de electricidad que generan falta de alimentos,
combustible y agua. Los vientos rugientes y el agua descontrolada dejan
vecindarios enteros cubiertos de lodo y arena, y los titulares sobre la
catástrofe suelen anunciar: «Millones de personas sin suministro de energía».
Tal como
una tormenta de la naturaleza, una tragedia personal puede dejarnos en un
estado emocional de oscuridad y sin energías. En tales ocasiones, la Palabra de
Dios nos reafirma la ayuda del Señor: «Él da esfuerzo al cansado, y multiplica
las fuerzas al que no tiene ningunas» (Isaías 40:29).
En nuestros
momentos de mayor debilidad, despojados de recursos emocionales, podemos
colocar nuestra esperanza en el Señor y encontrar fortaleza en Él, ya que nos
promete para cada nuevo día: «… los que esperan al Señor tendrán nuevas
fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán;
caminarán, y no se fatigarán» (v. 31).
Dios es
nuestra fuente de energía espiritual en todas las tormentas de la vida.
Se necesita
una tormenta para saber si el refugio es seguro.
(Nuestro
Pan Diario)
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