LEA: Éxodo
3:1-12 | Esta mañana hubo un amanecer espectacular, pero yo estaba demasiado
ocupado para disfrutarlo y seguí con mis actividades. Hace unos instantes,
pensé en ese amanecer y me di cuenta de que había perdido una oportunidad de
adorar.
En medio de
las ocupaciones y tensiones que inundan nuestras jornadas, hay muestras de
belleza por todas partes, atisbos de la bondad de Dios que encontramos aquí y
allá a lo largo del camino. Son lugares en los muros del universo, a través de
los cuales se refleja el cielo… si tan solo tomáramos un tiempo para detenernos
y reflexionar en el amor de Dios hacia nosotros.
¿Qué habría
pasado si Moisés solamente hubiese echado un vistazo rápido a la zarza que
ardía, pero que «no se consumía» (Éxodo 3:2)? ¿Y si la ignoraba y seguía
apurado haciendo otras cosas? (Imagínate… tenía que cuidar ovejas y cumplir con
otros trabajos importantes). Si no se hubiera detenido, habría perdido la
oportunidad de tener un encuentro grandioso y transformador con el Dios
viviente (vv. 4-12).
A veces,
tenemos que apurarnos, pero, en general, la vida debería ser menos acelerada y
más contemplativa. La vida es el hoy; es ser consciente de la realidad. Es ver
el amor de Dios allí donde se refleja; volver nuestra mirada hacia lo milagroso
de espectáculos como un amanecer. Algo transitorio, pero al mismo tiempo
simbólico de la eternidad que nos aguarda.
Señor, abre
nuestros ojos para que podamos ver.
(Nuestro
Pan Diario)
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