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Efesios 4:11-16 | Cuando la Corporación Radial Británica solicitó ejemplos de
títulos de ocupaciones llamativos, dudosos e incluso extraños, una escritora
envió el suyo: técnica en cerámica subacuática. Lavaba platos en un
restaurante. A veces, los títulos se utilizan para hacer que un trabajo suene
importante.
En Efesios
4:11, cuando Pablo enumeró algunos dones de Dios para la iglesia, no tuvo
intención de que se interpretaran como títulos de ocupaciones destacadas. Todas
las partes del cuerpo son necesarias para que este funcione correctamente.
Ninguna es mejor que otra.
Lo más
importante era el propósito de esos dones: «perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos […] a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (vv. 12-13).
Poco
importa el título que poseamos. Lo relevante es que fortalezcamos la fe del
pueblo de Dios. Cuando evaluemos nuestra eficacia según el estándar bíblico, no
importará que nos trasladen a otra función o que ya no tengamos un título
específico. Por amor al Señor, servimos para edificar a los creyentes y dejamos
que Él comisione desde el cielo como lo considere apropiado (Mateo 25:21).
Los dones
que Dios nos da no son para nosotros, sino para los demás.
(Nuestro
Pan Diario)
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