LEA: Job
3:3-5; 42:5-6 | En 1929, la película muda Alas, rodada en 1927, sobre dos
aviadores durante la Segunda Guerra Mundial, fue galardonada como la mejor
película en la primera edición de los Premios de la Academia (Oscars). Mientras
la filmaban, la producción se detuvo durante varios días, por lo que los
productores, frustrados, le preguntaron al director a qué se debía.
Él
respondió: «Lo único que tenemos es cielo azul. El conflicto aéreo no se verá
bien a menos que haya nubes, ya que estas generan la perspectiva». Y tenía
razón. Los espectadores podrían ver lo que realmente sucedía solo si el combate
aéreo tenía nubes de fondo.
A menudo,
preferimos cielos azules en lugar de nubes tormentosas, pero un cielo
encapotado suele revelar la fidelidad de Dios. Al mirar atrás y ver esas nubes,
obtenemos una perspectiva de cómo se manifestó la fidelidad del Señor en
nuestras pruebas.
Al inicio
de su terrible sufrimiento, Job se lamentó: «Perezca el día en que yo nací, […]
pósese sobre él una nube» (Job 3:3-5 lbla). Su desesperada situación continuó
durante mucho tiempo, hasta que Dios habló. Entonces, el patriarca exclamó: «De
oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven» (42:5). Job se había encontrado
con el Creador soberano, y eso había cambiado su perspectiva sobre los
propósitos divinos.
¿Está hoy
tu cielo cargado de nubes de dificultades? Antes de lo que piensas, Dios tal
vez utilice esas nubes para ayudarte a obtener una perspectiva de su fidelidad.
«Las nubes
de tristeza suelen revelar el resplandor del rostro de Cristo». —Jasper
(Nuestro
Pan Diario)
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