¿Y quién de
vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?… Así que, no os afanéis por el día de mañana,
porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Mateo
6:25-34 (RV60)
Muchos de
nosotros y nosotras tenemos necesidades, anhelos y deseos; y a lo largo de
nuestro peregrinaje en esta tierra tendemos a perder nuestro enfoque celestial
por las muchas situaciones que atravesamos a diario, las cuales se acumulan día
tras día.
Las obligaciones pendientes que tenemos en nuestro hogar (para los
que tienen hijos) la alimentación, y muchas cosas más que tenemos que cubrir
cada día; necesidades básicas, y las NO tan básicas que se despiertan por
escuchar tanto los medios de comunicación mencionarlas a cada rato.
Y nos
afanamos tanto por querer cumplir con todo lo que planificamos diariamente en
nuestra agenda humana, por tener ¡tooodo! Lo que queremos y necesitamos lo más
pronto posible; Queremos alcanzarlo todo y correr grandes millas de una sola
vez y por todas, tratando de añadir a nuestras vidas más resultados que los del
día anterior.
Pero por mucho que nos afanemos, Dios ya había planeado de
antemano en su agenda divina todo lo necesario y lo suficiente de oficios,
metas, quehaceres y demás cosas para ejecutarlas precisamente en este día de
hoy; sino que, frecuentemente, nosotros intentamos (muchas veces
inconscientemente) llenar nuestra agenda con demasiadas cosas que a lo mejor no
son tan prioritarias ni edificantes.
Debemos estar en intima comunión con
nuestro Padre, El cual nos dará Su sabiduría para organizar nuestro tiempo
conforme a lo que Él ha puesto en nuestro corazón y, nos ha convencido en nuestro
espíritu hacer para ejecutar las cosas que tenemos que hacer en este preciso
momento e instante.
Además, el
pueblo de Dios, sobretodo las mujeres, tendemos a mirar cómo nos vestimos cada
vez mucho mejor. Nos dejamos llevar por los diversos y encantadores diseños y
colores de faldas o pantalones, blusas, vestidos y accesorios, deseando,
algunas veces con ansias, comprarlos y vernos frente al espejo luciendo
aquellos vestidos. Pero también nuestro Padre celestial nos dice que somos más
valiosos y valiosas que las mismas flores que vemos en los jardines, las cuales
son hermosas. Y si nuestro Dios las creó con hermosos detalles y brillantes
colores y diseños, ¡¿CUÁNTO MÁS A NOSOTROS Y NOSOTRAS, QUE SOMOS SUS HIJOS E
HIJAS Y COHEREDEROS DEL REINO, NOS VESTIRÁ MEJOR Y NOS DARÁ LA PROVISIÓN POR SU
DIVINA GRACIA?!
Como vemos
en el mundo, en el cual habitan nuestros vecinos, compañeros, amigos y
familiares, que tal vez aún no han conocido personalmente a Cristo, buscan
estas cosas, se esfuerzan en sus propias fuerzas para alcanzar aquello que
nosotros entendemos como añadiduras y viven para ello. En cambio, nuestro Dios
no quiere que nosotros sus hijos e hijas vivamos ni dependamos de esas cosas,
las cuales vienen después que busquemos su reino y su justicia en nuestras
vidas, sino que estemos contentos y contentas con lo que tenemos; puesto que
Dios, conforme a su tiempo y voluntad, nos concederá las peticiones de nuestro
corazón, eso si permanecemos en continuo deleite buscando de su presencia,
haciendo su voluntad y sirviéndole con todo nuestro primer amor.
Dios
tampoco desea que nosotros nos estemos preocupando o que tengamos incertidumbre
por el día de mañana, pues Él sabe perfectamente (y aún más que nosotros
mismos) nuestras necesidades; y que Él nos las puede suplir de una forma
sobreabundante, más de lo que nosotros imaginamos, pedimos o pensamos. Dios
suple diariamente tus necesidades. Así que…
¡Aprendamos
a vivir un día a la vez, pero sin dejarnos de proyectar, pues Dios tiene el
control absoluto de aquellas necesidades y quehaceres diariamente, pues cada
día trae su propio afán!
Autora: Erika María Zambrano
Escrito para www.destellodesugloria.org
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