Hay un tiempo asignado
para tu vida. Hay un tiempo para el cumplimiento de lo que Dios ha dicho.
Habacuc 2:3
dice: Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin,
y no mentirá; aunque tardare espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.
Este verso
puede parecer un poco confuso; dice que la visión tardará, pero que se apresura.
Si vamos al texto original, Dios lo que estaba queriendo decirle al profeta es
que la visión tiene un tiempo asignado, y que, aunque el cumplimiento de la
visión no sea ahora, se apresura.
El problema
de mucha gente es que tienen un sentido de urgencia por las razones
incorrectas. Tienen un sentido de urgencia por el tiempo que han vivido en el
problema, o porque el tiempo se les está acabando, y no por la visión.
Y se
encuentran aceptando cosas que están por debajo de la promesa de Dios para sus
vidas, porque piensan que el tiempo está pasando, y que tienen que aceptar lo
primero que venga, y corren el peligro de tomar algo que, en vez de
adelantarlos, los atrase.
La urgencia
tiene que venir de la visión clara, en medio de una confusión. Y parte de la
claridad de la visión consistía en que tenía un tiempo asignado.
Una de las
particularidades del tiempo en que vivimos es que no queremos esperar, cuando
realmente esperar es parte del proceso natural de las cosas.
Aunque
hemos hecho autos más rápidos, sigue habiendo tráfico pesado, y tenemos que
esperar. Aunque hay aviones más rápidos, el clima sigue atrasando los vuelos, y
tenemos que esperar. Tenemos comida rápida, y aun así tenemos que hacer fila. Y
entonces no vamos a otros lugares por no esperar más... Pero nada como las
cosas por las que se espera.
El tiempo
de espera no es para siempre. Puede que veas el reloj y te desesperes, pero
sabes que ese tiempo va a pasar, y va a acabar.
Cuando tú
pones una visión clara delante de tus ojos, pasas aquello que aun no se ha
cumplido en tu vida, de lo natural, a lo espiritual, y automáticamente le
asignas un tiempo.
El Señor
tenía a Jesucristo detenido allá arriba para nuestra redención, pero no es
hasta que un profeta recibe la revelación de lo que Dios tenía allá arriba, y
comienza a declarar que viene uno que se llamará Emanuel, a declarar que viene
uno que vivirá entre nosotros, que entonces el reloj comenzó a correr para el
tiempo asignado, donde llegaría nuestro Mesías, nacería a través de una virgen,
y nosotros recibiríamos salvación en el tiempo asignado.
El problema
es que no nos gusta esperar, porque pensamos que hemos esperado mucho. Pero,
¿tenías claro por qué estabas esperando? ¿Lo tenías establecido?
Hay un
tiempo asignado para tu vida. Hay un tiempo para el cumplimiento de lo que Dios
ha dicho.
Esto no
quiere decir que la visión se va a acelerar. Eres tú quien te aceleras hacia la
visión, porque las cosas asignadas que Dios tiene para ti no están únicamente
limitadas a un espacio de tiempo cronológico, sino a un espacio de tiempo
espiritual.
Pablo decía
que mientras el niño es niño, tiene que ser puesto bajo maestros, bajo tutores,
hasta el tiempo asignado del padre; no hasta una edad.
Uno de los
problemas que enfrentamos es que la sociedad determina la edad en que nuestros
jóvenes pueden hacer ciertas cosas, cuando debe ser el padre del joven quien
determine cuándo está listo para esas cosas.
En las
cosas de Dios, no es el número lo que importa. Puedes ver a un José, un joven
de diecisiete años, soñando con grandes cosas; y puedes ver a una persona mayor
como Noé, soñando con un arca, y trabajando por cien años para alcanzar el
arca; porque para Dios no es el número, sino la madurez espiritual, lo que te
acelera para recibir la visión clara y precisa.
Por eso es
que tú tienes que correr. No es la visión la que se acelera, eres tú el que
corre para el tiempo asignado.
Por eso es
que Pablo decía que los que corren en el estadio corren para ganar una corona
corruptible, pero nosotros corremos para ganar una corona incorruptible. Y dice
Pablo que corras de tal manera que la obtengas. Porque no todo el que corre la
obtiene. Porque hay algunos que corren por correr, mientras habemos otros que
corremos para ganar.
Y dirás:
¿No se trata de correr por participar? Eso lo dijo un perdedor. El segundo
lugar es el primero de los perdedores. Cuando tú corres, tú corres para ganar.
El tiempo asignado de Dios para ti no es por tu edad cronológica, sino por tu
edad espiritual, por tu madurez espiritual. Por eso tenemos que correr de tal
manera que alcances la visión de Dios para tu vida.
Por el Pastor Otoniel Font
Fuentes:
Avanza por Más
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