“Pues el
pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos; pero
aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia,
porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte
por medio de un solo hombre, Jesucristo.” Romanos
5:17 (Nueva Traducción Viviente)
Las buenas
obras no hacen santas a la gente, le fe en Cristo “Sí”. Cuando un creyente aún
pone su fe en las buenas obras que éste pueda hacer en lugar de tomar como suya
la obra completa de Jesús, existirá aflicción en su espíritu. Pues solamente
hay Alguien capaz de llevar todos los mandamientos de Dios, y es Jesús.
Un creyente
debe realizar buenas obras como fruto de la salvación que ha recibido y de
estar en la presencia de Dios, no así para aumentar su justicia ante Dios. La
justicia de un creyente ante Dios siempre será la misma: Jesús. Es el Salvador
de quien deben vestirse los creyentes (Gálatas 3:27). Sin importar qué tan
justa se crea una persona sus buenas obras y justicia son como un trapo de
inmundicia para Dios comparadas con lo que Jesús ya hizo. El único sacrificio
acepto a Dios ha sido y será Jesucristo. Y en ese sacrificio debe encontrar
reposo todo creyente.
Un creyente
debe renovar su mente al entender que su pasado pecaminoso ha sido sepultado
por Jesús para darle una vida de resurrección. El enemigo trata de robar vida y
gozo al creyente haciéndole creer que Dios aún ve su antiguo pecado o toda la
justicia que individualmente le falta, no obstante la verdad es que la justicia
de Jesús es un regalo de Dios que simplemente se debe aceptar por medio de la
fe.
Un creyente
que enfoca su fe en sus buenas obras y justicia acarreará aflicción a su
espíritu al tratar de cumplir con una ley externa que ningún ser humano puede cumplir,
siendo que dicen las Escrituras que todo lo que no proviene de la fe es pecado
(Romanos 14:23).
Cuando un
creyente deja de enfocar su fe en sus buenas obras y justicia y entiende que no
se trata de él sino de Jesús, éste encontrará reposo, y al presentarse ante
Dios con la justicia de Jesús experimentará mayor confianza hacia Dios sin
esperar ser condenado o castigado. Ahora, las buenas obras y caminar en
justicia deben ser una constante en el creyente pero realizadas por gratitud y
amor hacia Dios y el prójimo, jamás para justificación ante Dios.
Cuando uno
enfoca su fe y esfuerzo en agradar a Dios y estar en Su presencia, existe un
cambio sobrenatural en el que las buenas obras y caminar en justicia ocurrirán
de manera natural, no como un pesado yugo para retener la salvación u obtener
el favor de Dios.
Si
últimamente has experimentado culpa o batallas con los ataques del enemigo
respecto a tu justicia y santidad ante Dios, hoy te recuerdo que Dios no ve una
sola mancha en ti si has sido lavado por la sangre de Cristo. Recibe de todo
corazón la justicia que Dios te ha regalado por amor. Recibe hoy la justicia de
Jesús y haz conmigo esta oración:
“Padre,
perdona que no he recibido de todo corazón la justicia de Jesucristo. Límpiame
de ello. Renueva mi entendimiento respecto a mi pasado que ha sido olvidado y
enterrado. Permíteme vestirme día a día de la justicia de tu Hijo que me has
dado como un regalo. No permitas que me presente ante ti con mi justicia.
Guíame a hacer tu perfecta voluntad y llevar solamente tu yugo. Oro esto en el
nombre de Jesús, Amén.”
Recuerda,
no se trata de ti sino de lo que ya hizo Jesús en la Cruz
Lee estos
versículos que afianzarán el entendimiento de tu justicia en Jesús:
“Entremos
directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza
en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo
a fin de purificarnos.” Hebreos
10:22 (Nueva Traducción Viviente)
“Pues el
pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos; pero
aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia,
porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte
por medio de un solo hombre, Jesucristo.” Romanos
5:17 (Nueva Traducción Viviente)
“Incluso
antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que
seamos santos e intachables a sus ojos. Dios decidió de antemano adoptarnos
como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo.
Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo.”
Efesios
1:4-5 (Nueva Traducción Viviente)
Autor:
Richy Esparza
Escrito para www.devocionaldiario.com
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