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la medusa del radicalismo religioso le crecen las cabezas. Al menos 17
personas fallecieron y más de 50 resultaban heridas este domingo en dos
atentados registrados en la ciudad de Garissa, al noreste de Kenia,
según confirmó Philip Ndulu, político local.
«Los ataques se
produjeron a primera hora de la mañana en la principal catedral de la
localidad, así como en un centro religioso de la Africa Inland Church
(una de las principales congregaciones del país) cuando varios hombres
enmascarados abrieron fuego y lanzaron granadas contra la multitud»,
añadió.
En respuesta, Sheikh
Ali Rage, portavoz y número dos de la milicia islamista de Al Shabab,
advirtió de que Kenia debería «afrontar las consecuencias» por haber
«comenzado la guerra» con el despliegue de sus tropas en territorio
somalí.
«El tiempo para
pedir que se detenga la guerra ya ha pasado. La única opción es luchar
contra ellos. Kenia fue quien inició la guerra y ahora tiene que
afrontar las consecuencias», aseguró entonces el portavoz en un
comunicado.
La reacción no se
hizo esperar. Ese mismo mes, una persona fallecía y veinte resultaban
heridas en dos ataques con granada registrados en Nairobi, en una acción
vinculada, según la Policía local, a Al Shabab.
Asociaciones islamistas
Precisamente, el
comandante al frente del mando de Estados Unidos para África (Africom),
el general Carter F. Ham, denunciaba recientemente que tres de las
principales milicias islamistas que operan en el continente africano -la
somalí Al Shabab, la nigeriana Boko Haram y Al Qaida en el Magreb
Islámico (AQMI)- se encuentran, en la actualidad, intentando «coordinar
esfuerzos».
Y, lo cierto, es que los ataques de este domingo no hacen sino recordar al «modus operandi» habitual de Boko Haram.
Desde finales de
2010, más de 280 feligreses han perdido la vida en ataques de esta
milicia contra centros cristianos en Nigeria. Otras 800 personas, en
atentados con el único credo de la barbarie.
Y, ahora, el radicalismo religioso parece contagiarse en Kenia.
Condena del Vaticano
La Santa Sede
calificó este domingo los atentados contra dos iglesias cristianas en la
ciudad de Garissa, Kenia, en los que murieron al menos 17 personas,
como actos "viles, hechos horribles y preocupantes".
"Los sangrientos
atentados en Kenia, en la ciudad de Garissa, contra dos iglesias
cristianas, entre ellas la catedral católica, durante el rezo dominical
son un hecho horrible y muy preocupante", afirmó el director de la Sala
de Prensa vaticana, padre Federico Lombardi.
El padre Lombardi
añadió que "parece" que entre los grupos terroristas atacar a los
cristianos reunidos los domingos en los lugares de culto se ha
convertido "en un método particularmente eficaz para la difusión del
odio y del miedo".
"La vileza de la violencia contra personas inermes reunidas pacíficamente para rezar es incalificable", subrayó Lombardi.
El portavoz expresó
la solidaridad de la Iglesia a las víctimas y añadió que además de esa
cercanía es necesario "reafirmar y defender decididamente la libertad
religiosa de los cristianos y oponerse a actos irresponsables que
alimenten el odio entre las diferentes religiones".
El padre Lombardi
añadió que también hay que "actuar eficazmente" para lograr una solución
"estable" a los "dramáticos" problemas de Somalia "que se reflejan en
la región".
Los ataques fueron
perpetrados de forma simultánea contra la iglesia African Inland Church
(AIC) y la Iglesia Católica de Garissa, localidad próxima a la frontera
con Somalia y al campo de refugiados somalíes de Daabad.
Según fuentes
locales, además de los fallecidos, medio centenar de personas resultaron
heridas en la Iglesia AIC, donde también se registró el mayor número de
víctimas mortales, que se elevan a trece.
Kenia ha sufrido en
los últimos seis meses varios ataques terroristas, tanto en Nairobi,
como en Mombasa y el norte del país, que han causado una decena de
muertos y numerosos heridos.
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