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TIMOTEO 6.6-11 | El mundo atribuye al dinero una importancia
mucho más grande que la que Dios quiso que tuviera. En vez de ser simplemente
un medio de intercambio de bienes y servicios, se ha convertido en objeto de
codicia, en una fuente de poder y prestigio, y en un medio para alcanzar
estatus, felicidad y seguridad. Pero, con tantas falsas esperanzas puestas en
la riqueza, debemos tener cuidado de no ser engañados. La Palabra de Dios nos
advierte los peligros de dar demasiada importancia al dinero en nuestra vida, y
nos dice cómo usarlo de acuerdo con los propósitos del Señor.
Para las necesidades personales: Dios quiere que ganemos dinero para
satisfacer nuestras necesidades y las de nuestra familia (2 Ts 3.10.). Los
cristianos debemos vivir dentro de nuestras posibilidades para no ser una carga
para otros.
Para la obra de Dios: Ya que todo lo que tenemos viene
del Señor, Él nos ha ordenado que le demos la primera parte de nuestros
ingresos como un acto de obediencia y gratitud (Pr 3.9). Nuestras
contribuciones permiten que el evangelio sea proclamado.
Para ayudar a otros: Cuando alguien experimenta una
crisis económica y está verdaderamente necesitado, el Señor nos manda a ayudar
compartiendo lo que tenemos (Pr 19.17). Él nunca pasa por alto la generosidad,
e incluso promete recompensarnos.
Lo
importante no es cuánto dinero tenemos, sino si lo estamos usando como Dios
manda. Adquirir más no da felicidad y seguridad. Pero si obedecemos las
instrucciones del Señor en cuanto al dinero, encontraremos el gozo y la
satisfacción que nuestros corazones desean verdaderamente.
(Charley
Stanley, en Contacto)
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