Leer | JUAN
3.15-21 | Hasta los niños entienden que a menos que un
regalo sea abierto y examinado, su valor seguirá siendo desconocido. Sin embargo,
muchas personas se niegan a “desenvolver” el regalo de la salvación que Dios da
por medio de Jesucristo. Reciben su perdón, pero no son capaces de descubrir
los tesoros maravillosos que están a su alcance como hijos de Dios.
Cuando Dios
Hijo vino a morar en la Tierra, se hizo hombre. Este misterio se conoce como la
encarnación. Jesús, que era plenamente Dios, vivió una vida sin pecado. Pero
también era plenamente humano. Sin Cristo, estaríamos separados eternamente de
Dios Padre. El pecado que heredamos todos por medio de Adán no permite la
comunión con el Dios perfecto. Por eso, el Salvador tomó sobre sí nuestros
pecados y sufrió la pena de muerte en lugar nuestro. Y después resucitó de
entre los muertos.
Al hacer
esto, Jesús nos redimió y abrió la puerta para nuestra comunión eterna con el
Padre celestial. Cualquiera que lo desee, puede aceptar la misericordia en vez
de castigo. Es una dádiva de Dios, que incluye un hogar eterno en el cielo.
Viviremos para siempre con los cristianos de todas las generaciones y nos
reuniremos con nuestros seres queridos que ya han muerto en el Señor. Un
pequeño bebé en un pesebre fue verdaderamente el regalo más grande de todos los
tiempos.
¿Tiene
usted una relación personal con el Todopoderoso? Jesús vino para redimirle. Si
no ha aceptado la salvación que Él da, aproveche esta oportunidad: reconozca su
necesidad de perdón, y pídale a Cristo que sea su Salvador. El regalo está
envuelto y listo, esperando que usted lo abra y lo disfrute.
(En
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