José Ton se
escapó de su nativa Rumania para estudiar teología en Oxford. Al prepararse
para regresar a su madre patria después de su graduación, le contó sus planes a
varios estudiantes. Ellos le señalaron con toda franqueza que probablemente iba
a ser arrestado al llegar a la frontera. Uno le preguntó: “Si te arrestan, ¿qué
posibilidades tendrías de ser predicador? ” Ton le preguntó a Dios acerca de
esto y le fue recordado:
Mateo 10:16
“Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos”.
Él pensó:
¿Qué posibilidad tiene una oveja de sobrevivir, mucho menos convertir a los
lobos?
Sin
embargo, Jesús los envió y no sólo esperó que sobreviviesen, sino que
cumpliesen con su misión.
Regresó y
predicó hasta el día de su arresto. Al ser interrogado por los oficiales, José
dijo: “Su arma suprema es matarme, la mía es morir. Mis sermones están ahora
circulando por todo el país grabados en cintas. Si me matan ahora, el que las
escuche dirá: “Debe ser verdad”. Este hombre selló sus palabras con su sangre.
Las cintas grabadas hablarán diez veces más fuerte que antes, por lo tanto,
mátenme. Yo obtengo la victoria suprema”. ¡El oficial lo mandó a su casa!
Cuando José
pensó en salvar su vida, estuvo en peligro de perder su misión. Cuando no le
importó perderla, no solo salvó su vida, sino también su libertad.
El mundo
solo quiere lo mejor de usted, pero Dios quiere todo de usted.
Marcos 8:35 Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la
salvará.
(Renuevo de
Plenitud)
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