“Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere,
viviremos y haremos esto o aquello.” Santiago 4:15 (NVI)
Cuentan que
en el pueblo vivía un hombre muy pobre con su hijo. A pesar de su pobreza, este
hombre era extremadamente sabio. Tenía un solo bien: un brioso caballo alazán
joven, fuerte y vigoroso. Era el mejor caballo de la región y muchos en el
pueblo intentaban comprárselo ofreciéndole grandes cantidades de dinero. Pero
el hombre siempre se negaba.
Un día el
caballo desapareció del establo, y los habitantes del pueblo comenzaron a
decirle: Hombre, ¡estás maldito! Eso te pasa por no vender el caballo, ahora no
tienes nada, te robaron tu caballo. Dios te está castigando por algo que tienes
escondido.
A lo cual
el sabio les respondía, no me digan maldito, ni que me robaron el caballo.
Simplemente no está. Nadie puede saber lo que traerá Dios mañana. Solo vemos
nuestro limitado presente.
Una semana
más tarde, el alazán regresó a casa, ¡seguido por 12 caballos salvajes de las
praderas! Y fue directo a su establo. Cuando los habitantes del pueblo vieron
esto comenzaron a decirle: Hombre, ¡estás bendito! Qué buena fortuna la tuya, no
solo recobraste tu caballo, sino que ahora tienes 12 mas, de excelente calidad
y sin pagar una sola moneda.
A lo cual
el sabio les respondía, no me digan bendito, ni que tengo fortuna. Simplemente
ahora tengo 13 caballos. Nadie puede saber lo que traerá Dios mañana. Solo
vemos nuestro limitado presente.
Días más
tarde, mientras su hijo intentaba domar uno de los caballos, este lo tiró al
suelo con violencia quebrándole ambas piernas. Los habitantes del pueblo
comenzaron a decirle: Hombre, ¡estás maldito! Te persigue la mala suerte, y
ahora también lo maltrata a tu hijo. Dios te está buscando para castigarte.
A lo cual
el sabio les respondía, no me digan maldito, ni que Dios me busca para
castigarme. Simplemente que mi hijo tuvo un accidente. Nadie puede saber lo que
traerá Dios mañana. Solo vemos nuestro limitado presente.
Dos meses
más tarde, la región entra en guerra y el general recluta a todos los jóvenes
del pueblo. Pero deja al hijo del sabio porque estaba con ambas piernas
quebradas y no podía andar. En la batalla siguiente, hubo una gran matanza y
todos los hijos del pueblo murieron sin piedad. Entonces los hombres del pueblo
de dijeron al sabio: ¡estás bendito! Eres el único que tiene a su hijo con
vida.
A lo cual
el sabio les respondía, no me digan bendito. Simplemente que mi hijo se salvó.
Nadie puede saber lo que traerá Dios mañana. Solo vemos nuestro limitado
presente.
REFLEXIÓN – Dios tiene el control de tu futuro
en tu presente. Confía.
Un gran
abrazo y bendiciones
Por Dany
(Devocionales Cristianos)
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