Cerca de ti
está la palabra… Esta es la palabra de fe que predicamos. – Romanos 10:8.
Oh Señor…
tu dicho me ha vivificado. – Salmo 119:41, 50.
El que
menosprecia el precepto perecerá por ello. – Proverbios 13:13.
En el
anuncio del deceso de un amigo, leí con alegría la siguiente afirmación: «Pongo
mi esperanza en el Señor, confío en su Palabra». Esta esperanza es una
certidumbre que tiene su fundamento en la Palabra del Señor. Quizás hemos oído
o incluso cantado estas palabras de fe en un oficio religioso. Pero para
conocer y recibir con plena certidumbre la Palabra del Señor, ¡leamos
directamente la Biblia!
El apóstol
Pedro había pescado toda la noche en vano. Desanimado, lavaba sus redes. Jesús
se acercó a él y le dijo: “Boga mar
adentro, y echad vuestras redes para pescar”. Pedro hubiera podido decir:
«¿Para qué?». Pero no, él dijo: “En tu
palabra echaré la red” (Lucas 5:5). Y la pesca fue tan abundante que la red
se rompía. En esto vemos brillar la fe de Pedro. Que las condiciones de pesca
fueran favorables o no, lo que contaba para él era la palabra de Jesús, la
palabra del Señor. Es una palabra divina, y por lo tanto infalible.
Cuando los
israelitas atravesaban el desierto, algunos fueron mordidos por serpientes
venenosas. Entonces Dios dio un remedio a Moisés, es decir, una serpiente de
bronce fijada a una vara. “Cualquiera
que fuere mordido y mirare a ella, vivirá” (Números 21:8). La serpiente de
bronce no tenía ningún poder mágico; lo que contaba era obedecer la palabra de
Dios.
(Amen,Amen)
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