Leer | 2
CORINTIOS 5.17 | Antes de la conversión
del apóstol Pablo, nadie hubiera pensado que este hombre tendría un impacto en
el mundo para Jesús. De hecho, su objetivo original fue eliminar a todos los
cristianos.
La gracia
de Dios puede tocar a cualquiera; ningún pecado está más allá del alcance de su
perdón. Este maravilloso regalo de la redención transforma las vidas. Contrario
a lo que muchos piensan, ser cristiano no significa hacer buenas obras, sino
que los creyentes reciben el perdón por la gracia de Dios, y una nueva
naturaleza. Nuestra transformación interior produce, obviamente, cambios
externos.
Una hermosa
ilustración de esto, es la metamorfosis de la mariposa. Una vez que se convierte
en una crisálida, la oruga no simplemente actúa o parece diferente por fuera;
también ha sufrido verdaderamente una transformación interior.
La
transformación de los creyentes se produce en muchas áreas. Por ejemplo,
nuestras actitudes cambian: como resultado de la salvación por la gracia,
recibimos la humildad y la gratitud. En agradecimiento por este regalo
inmerecido, surge la compasión por los perdidos y el deseo de compartir el
evangelio. El perdón de Cristo da también como resultado el anhelo de servirle.
Servimos dentro y fuera de la iglesia, amando a los demás, ayudando a los
necesitados, y hablándoles de la salvación.
Aunque el
pecado trae consigo consecuencias, Dios nos brinda perdón y redención por medio
de Jesucristo. Él abrió un camino para restaurar nuestra relación con Él. El
Señor transforma nuestras vidas para que nos parezcamos más a su Hijo, y
reflejemos su amor a los demás.
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