Los abuelos
de Graciela le enseñaron que hay más dicha en dar que en recibir. Un año antes
que llegara Navidad, el abuelo de Graciela fabricó un nacimiento de tamaño
natural para la plaza del pueblo.
Toda la
familia, incluso Graciela de cinco años de edad, trabajó con gran esmero
colocando las figuras en el lugar adecuado para disfrute de todos.
Cuando
llegó la mañana de Navidad, Graciela recibió el regalo más deseado: un patinete
en forma de reno con un crin de verdad. Graciela estaba encantada.
Después de
las festividades de Navidad temprano por la mañana, todo el mundo se dispuso a
descansar un rato. Sin embargo, pronto la familia despertó a los gritos de la
abuela de Graciela.
Había
descubierto que la niña estaba perdida. El sol comenzaba a ponerse mientras los
familiares y vecinos buscaban con diligencia a la pequeña.
Al final un
vecino aliviado exclamó: ¡Venga rápido, señora Inés! ¡Encontramos a Graciela en
la plaza!.
La familia
corrió y encontró a Graciela dormida, acurrucada en el pesebre y abrazada al
bebé Jesús. Su nuevo patinete en forma de reno se hallaba junto a los camellos.
Su familia
la despertó con suavidad, la abrazó con fuerza y le preguntó por qué se escapó.
-Yo le pedí
a Papá Noel que le dijera a Jesús que si recibía un patinete en forma de reno,
yo se lo daría a Él para que jugara. Así que lo hice. Y me imagino que me cansé
un poco.
Debido a
que los abuelos de Graciela habían sido maravillosos modelos en dar, esto vino
a ser parte natural de la vida de Graciela.
Aun así,
Graciela dejó como enseñanza una verdad más importante. Siempre que te canses
un poco, solo acurrúcate junto a Jesús y Él hará que todo sea mejor.
1Juan 5:5 ¿Quién es el que vence al mundo sino el que
cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Fuente: Renuevo de plenitud
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