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MATEO 27.51 | En Navidad, pensamos en un
recién nacido en un pesebre. Esta dulce imagen es, por supuesto, de mucho
significado para nosotros. Pero se ha vuelto tan común en nuestra cultura, que
tendemos a no ver la inmensidad del sacrificio del Señor Jesús, y sus grandiosas
implicaciones para nosotros.
Como vimos
ayer, la salvación y un hogar eterno son dos privilegios maravillosos que nos
llegan mediante el regalo que Dios nos dio por medio de su Hijo. Veamos ahora
tres más:
- · Tenemos una relación personal con el Dios omnisciente y omnipresente. Él es el Buen Pastor que cuida de nosotros de manera individual e incondicional. El Señor hará todo lo que sea necesario para mantenernos cerca de Él; no importa de qué manera pequemos, Él nunca nos negará. ¡Qué seguridad y qué valor tenemos gracias a su gran amor!
- · Jesús dice que Él es nuestro amigo fiel, digno de confianza en todo momento, ya sea en tiempos de sufrimiento o de alegría. El Señor ofrece una relación que todos anhelamos tener, pues solo Él puede llenar permanentemente el vacío de nuestra alma.
- · En el momento que somos salvos, Dios nos da otro regalo: su Espíritu Santo que mora en nosotros, nos aconseja, enseña y capacita para hacer su voluntad. Él nunca nos dejará y, de hecho, un día disfrutaremos de su compañía en el cielo eternamente.
Dios es
nuestro Pastor, Amigo y Maestro. Su redención nos permite vivir abundantemente
en el presente y nos promete vivir eternamente junto a Él en el futuro. Aparte
un tiempo para analizar con gozo y gratitud las innumerables bendiciones que
tenemos en el Señor Jesús.
(En
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