lunes, 20 de mayo de 2013

Cómo salvar una amistad



 Leer | MATEO 5.23, 24   |  Cuando cultivamos una amistad, tenemos la intención de que dure. Pero ya que la relación está compuesta por dos seres pecadores es probable que haya sentimientos heridos de vez en cuando y expectativas insatisfechas. Si una o ambas personas simplemente ignoran la ofensa, la relación puede resultar dañada. Restaurar una amistad requiere humildad para reconocer nuestras faltas, el esfuerzo para solucionar el problema y tiempo. Pero la recompensa es una relación renovada con un amigo valioso.

 El proceso de salvar una amistad comienza cuando se reconoce que existe un deterioro. Esto ocurre en el momento en que sentimos que algo no está bien. Es útil trabajar juntos para determinar cómo comenzó el problema; tal vez fue el resultado de un malentendido, un conflicto no resuelto o el ajetreo de una persona.

Una vez identificado el problema, pida perdón. Asumir la responsabilidad y ofrecer disculpas, demuestra su amor y su interés por la amistad. Recuerde que un aspecto esencial de disculparse es negarse a justificar las acciones incorrectas o culpar a alguien.

Tras la disculpa debe venir una acción concreta que puede tomar para reconstruir la relación. Después, comprométase a enmendar la falta, y pregúntele a su amigo de vez en cuando, qué tal lo está haciendo.

En lugar de esperar hasta que la relación se acabe, los amigos sabios darán estos pasos tan pronto como se den cuenta de haber causado algún daño. Como sucede con una lesión física, el cuidado preventivo puede aliviar las heridas pequeñas antes de que éstas se conviertan en heridas graves.

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