LEA: Mateo
6:25-34 | Muchos países celebran el Día del Tulipán
para dar la bienvenida a la primavera. Cuando pienso en los tulipanes, suelo
asociarlos con Holanda, pero el cultivo comercial de esta flor empezó en Medio
Oriente. En la actualidad, se cultivan en todas partes. Se calcula que unas 109
especies adornan ahora parques, lugares públicos y jardines particulares en
todo el mundo.
El otoño
pasado, planté algunos bulbos de tulipán y, varios meses después, brotaron con
colores brillantes que anunciaban la llegada de la primavera. Me recordaron que
el verano se acercaba y que, con él, llegarían más flores para deleitar la
vista.
Para mí,
las flores son recordatorios maravillosos de la gracia de Dios en nuestra vida.
El Señor utilizó los lirios del campo para recordarnos que nuestro Padre
celestial suple nuestras necesidades. En su gran Sermón del Monte, declaró:
«Considerad los lirios del campo […]; pero os digo, que ni aun Salomón con toda
su gloria se vistió así como uno de ellos. […] ¿No hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe?» (Mateo 6:28-30).
Los
tulipanes nos avisan que el invierno terminó y que empieza la primavera. Pero
como sucede con los lirios del campo, también nos hacen recordar a Aquel de
quien podemos depender para la provisión de alimentos, ropa y morada.
Si Jesús se
ocupa de las flores y los pájaros, sin duda, se ocupa de ti y de mí.
(Nuestro
Pan Diario)
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