LEA: Juan
4:27-38 | Para mí, la comida es más que una necesidad;
¡es una parte de la vida que disfruto enormemente! Me encanta sentarme a comer
un plato bien preparado, en especial, cuando tengo mucha hambre. Me imagino que
los discípulos estaban hambrientos cuando volvieron al pozo donde Jesús estaba
hablando con la mujer samaritana.
Le rogaron:
«Rabí, come» (Juan 4:31). ¿Qué respondió Él?: «Yo tengo una comida que comer,
que vosotros no sabéis» (v. 32), lo cual hizo que se preguntaran si alguien ya
le había llevado algo para comer (v. 33).
Me pregunto
si los discípulos estaban tan preocupados por la comida que no pudieron
percibir lo que sucedía. No entendieron lo que pasaba junto al pozo. Para
Jesús, lo más importante era «[hacer] la voluntad del que me envió, y [acabar]
su obra» (v. 34). Estaba concentrado en las necesidades espirituales de esa
mujer que precisaba desesperadamente lo que solo Él podía darle.
Es fácil
preocuparse por las necesidades del momento. Sin embargo, Cristo nos invita a
ir más allá de nuestros intereses —nuestro «pequeño almuerzo»— y abrir los ojos
ante el alma de aquellos que buscan respuestas para sus necesidades más
profundas.
Entonces,
únete a Jesús junto al pozo y permite que te utilice para contarles a otros
sobre el alimento espiritual que únicamente Él puede dar.
Ansía
satisfacer las necesidades de quienes te rodean.
(Nuestro
Pan Diario)
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