LEA: Salmo
145:1-7 | Mi hijo Mark y yo salíamos de Clyde Peterson
Ranch, en Wyoming, Estados Unidos, para volver a casa. A lo lejos, vimos un
pájaro enorme posado en un árbol solitario y contemplando un profundo cañón.
Cuando nos acercamos, el águila dio un salto y empezó a volar, mientras el sol
matinal se reflejaba en sus alas de rayas doradas. Su inmenso tamaño y belleza
nos maravillaron e hicieron que nos sintiéramos privilegiados de poder ser
testigos de esta majestuosa demostración de la inmensa creatividad de Dios.
La creación
exhibe los «hechos maravillosos» de Dios (Salmo 145:5). Y cuando nos detenemos
a meditar en esas obras, no podemos evitar asombrarnos mientras nuestra mente y
espíritu son impulsados a reflexionar en el carácter del Dios que las hizo.
Esa águila
dorada nos relató a mi hijo y a mí una historia sobre el genio creativo de
nuestro Señor poderoso. Lo mismo hace el pájaro cantor que revolotea, la cierva
con su cervatillo juguetón, el embate de las olas, y las delicadas florecillas
como el aciano y la lechuga de minero. En los momentos y lugares más
inesperados, Dios nos revela su gloria a través de lo creado. Esos instantes
providenciales e inesperados son oportunidades para meditar «… en [sus] hechos
maravillosos» (v. 5).
«Mantente
siempre atento a las maravillas». —E. B. White
(Nuestro
Pan Diario)
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