LEA:
Ezequiel 34:11-16 | En Idaho, Estados Unidos, los pastores
trasladan sus rebaños de las llanuras a las montañas durante la primavera.
Miles de ovejas suben por los senderos para llegar a tierras elevadas donde
pastarán en el verano.
La semana
pasada, mi esposa y yo nos topamos con uno de esos rebaños. Las ovejas estaban
recostadas en una pradera junto a un arroyo tranquilo; una escena pintoresca
que evocaba el Salmo 23.
Pero ¿dónde
estaba el pastor? Las ovejas parecían estar solas, hasta que algunas se
separaron del resto y empezaron a alejarse hacia un barranco lejano. Entonces,
oímos un agudo silbido desde arriba. Levantamos la vista y vimos que el pastor
estaba sentado en una colina desde donde vigilaba su rebaño. Un perro montañés
y dos collies de pastoreo estaban a su lado. Ante la señal del pastor, los
animales se lanzaron a toda velocidad por la ladera y arrearon las ovejas
descarriadas de regreso al rebaño.
Del mismo
modo, el buen Pastor está vigilándote. Aunque no puedas verlo, ¡Él te ve a ti!
Sabe tu nombre y conoce todo acerca de tu vida. Eres la oveja de su pastura
(Ezequiel 34:31). Dios promete reconocer sus ovejas, apacentarlas en buenos
pastos y vendar las perniquebradas (vv. 12, 14, 16).
Puedes
confiar en que el Señor está alerta para cuidarte.
El Cordero
que murió para salvarnos es el Pastor que vive para cuidarnos.
(Nuestro
Pan Diario)
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