Leer | JUAN
16.5-22 | Los discípulos tuvieron la bendición de estar
cerca de Jesús. ¿Puede usted imaginar lo que disfrutaban al escuchar sus
enseñanzas y verlo hacer maravillas sobrenaturales? Quizás usted ha deseado,
también, haber vivido en aquellos días y transitado los polvorientos caminos
con Él. Desde nuestra perspectiva actual, no podemos concebir nada más grande
que ver a Jesús en persona.
Ya que así
se sentían los discípulos, podemos entender por qué se entristecieron cuando el
Señor anunció que regresaría a su Padre en el cielo. Pero Él prometió enviar un
Consolador; de manera que, en realidad, la partida de Cristo fue algo bueno,
pues así vino el Espíritu Santo. Por tanto, ¿entendemos realmente los
beneficios de gozar de su presencia en nosotros?
Aunque no
podemos ver a Jesús cara a cara, podemos tener una relación aun más estrecha
con Él, porque llevamos su Espíritu Santo en nuestros cuerpos. Una de las
tareas del Espíritu es revelar los asuntos de Jesús. Si necesitamos sabiduría y
discernimiento, Él está listo para darnos de ellos cada vez que leemos la
Biblia. También libera su poder en nuestras vidas, el mismo poder divino que
Cristo utilizó para llevar a cabo la voluntad de su Padre.
A pesar de
estos beneficios maravillosos, muchos creyentes no sienten la presencia del
Espíritu, ni aprovechan el discernimiento y el poder que están a su
disposición. ¿Es el Espíritu Santo de Dios su compañero, su guía y su ayudador,
o simplemente un confuso concepto teológico? No descuide este tesoro. ¡Sepa que
el Dios todopoderoso vive dentro de usted!
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