Con ayuda
de Dios, si le permitimos que ocupe el primer lugar en todo momento, es posible
edificar matrimonios sólidos...
Laura se
hizo la pregunta: “¿Acaso mi matrimonio no puede durar?”. Y se formuló ese
interrogante porque el hogar de sus padres se disolvió cuando ella tenía siete
años y esa experiencia la marcó para siempre. Cuando veía a sus compañeros de
colegio con sus progenitores, ella sentía nostalgia.
Aún hoy
recuerda los largos períodos de soledad, cuando esa indescriptible sensación de
vacío y tristeza la invadía, en los que quiso quitarse la vida. “No le
encontraba sentido a la vida; creía que morirme era lo mejor. Y hoy, temo que
mi matrimonio termine en divorcio porque mis hijos están aún pequeños”, dijo
preocupada.
Como es
natural, en su relación se han producido contratiempos. Cosas intrascendentes,
en criterio de sus familiares, indicios de que la relación puede erosionarse,
en opinión de la joven esposa.
No es la
única que piensa así. Infinidad de personas conocen de matrimonios que
terminaron en ruptura y no pasaron de diez años. Su solidez se vio menoscabada.
Es más, conozco a dos jóvenes que contrajeron matrimonio en condiciones que
todo indicaba, iban a experimentar solidez.
Los dos
eran cristianos. Se conocieron en la iglesia. Compartían su fe, su compromiso
con la iglesia, períodos de oración y una búsqueda sincera de vivir a Cristo.
Sin embargo, su hogar se desmoronó dos años después de la hermosa ceremonia de
bodas.
Aquella
frase de los cuentos: “Fueron felices y comieron perdices” se convirtió en una
excepción en sus vidas. Literalmente no se soportaban. “El amor se acabó. No
podría explicar cómo, pero se acabó”, comentó el esposo el día que nos reunimos
procurando salvar el compromiso de la pareja.
El diálogo
es fundamental en la pareja para asegurar solidez en la relación…
Y quizá
usted se pregunta: ¿Puede acabar el amor? Una de las respuestas más aproximadas
al tema la ofrece la sicóloga colombiana, Lucía Náder: “El amor es como una
vela que se va gastando hasta terminar, siempre y cuando las personas no hagan
nada para mantener viva la llama. Debemos tener una vela lista para encenderla
cuando la otra se está agotando y así renovar la relación” (Diario El País.
05/05/2012. Revista Nueva. Pg. 34)
¿Enfrenta
usted un eventual deterioro en la relación matrimonial? ¿Teme que todo termine
en divorcio?¿Se pregunta qué hacer para salvar la relación?
Sentando
bases sólidas para el matrimonio
La relación
matrimonial debe ser alimentada diariamente. Es un compromiso de los
componentes de la pareja, que debe sostenerse en el tiempo y por encima de las
circunstancias. Nadie es dueño de nadie, razón por la que diferimos de la frase
común en Latinoamérica cuando alguien se refiere a su cónyuge como “mi mujer” o
“mi marido”. Y ese convencimiento de pertenencia se desmorona cuando
descubrimos que si no alimentamos el hogar, terminará marchitándose.
La
comunicación permanente y especial con nuestra pareja, es esencial para
asegurar solidez en el matrimonio...
Hay por lo
menos cinco recomendaciones que comparto con usted, y que le ayudarán en el
proceso de edificar un matrimonio sólido:
1. Permitir
que Dios ocupe el primer lugar en el matrimonio (Cf. Salmos 127:1, 2)
2.
Reconocer que los componentes de la pareja provienen de mundos diferentes y por
tal motivo, respetar las diferencias.
3. No
permita que las presiones alrededor afecten la relación matrimonial:
dificultades en el trabajo, escasez económica, cansancio, desánimo, entre
otras.
4. Respeto
mutuo. Medir lo que decimos a nuestra pareja. No ofenderla y ser cuidadosos de
no causar heridas.
5. Mantener
una buena comunicación: diálogo permanente—así sea por teléfono--, después de
dedicarse a los hijos sacar por lo menos una hora diaria para hablar juntos
mirándose a la cara, no descuidar palabras gratificantes como “te amo”, “me
haces falta”, “Significas mucho para mí”
6.
Renunciar al orgullo que nos impide reconocer que cada uno de nosotros también
comete errores. No pensemos que “siempre tenemos la razón”
7. Oren uno
por el otro. La oración es fuente de poner.
La sicóloga
colombiana, Nelly Rojas, asegura que “La pareja debe hacer un esfuerzo diario
por construir la comunicación, el afecto, la sexualidad, el manejo de los hijos
y del dinero, respetar los roles de cada uno en el hogar, compartir espacios de
diversión, la vida social y la familia…” (Diario El País. 05/05/2012. Revista
Nueva. Pg. 35)
En el plan
de Dios no están los matrimonios temporales sino para toda la vida…
El
matrimonio es muy valioso. Y debemos esforzarnos, con ayuda de Dios, a
edificarlo diariamente. ¿Está dando lo mejor de usted para que el matrimonio
sea sólido?¿Ocupa Dios el primer lugar en su hogar?
Un amor de
largo alcance
Recuerdo un
matrimonio al que asistí. Incluso, llevé el mensaje durante la ceremonia. Todo
era perfecto: el lugar, los invitados, la recepción. Todo. No obstante, dos
años después me anunciaron su decisión de separarse. “Las cosas no funcionan”,
dijo la esposa como si la relación matrimonial fuera una especie de
electrodoméstico desechable. ¡Tremendo error! Cuando Dios y el amor gobiernan
la relación, están sentadas las bases para que haya continuidad por mucho
tiempo.
Enseñando a
los creyentes del primer siglo una definición sobre el amor que aplica a
nuestro tiempo, el apóstol Pablo escribió: “El amor es paciente y bondadoso. El
amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas
se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas
recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad
triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene
esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.”(1 Corintios 13:4-7.
Nueva Traducción Viviente)
Uno de los
mayores enemigos del matrimonio es el orgullo que nos impide reconocer los
errores; el segundo, no claudicar para decir “Perdóname”; el tercero, renunciar
fácilmente e inclinarse por el divorcio como la única solución, y por último,
pensar únicamente en nosotros y no en los hijos, que necesitan de un padre y
una madre unidos.
Si quiere
que el matrimonio sea sólido, es esencial que Dios ocupe el primer lugar. ¿Ya
le abrió las puertas de su corazón a Jesucristo? No olvide que la mejor decisión
de todo ser humano es recibir a Jesús como Señor y Salvador. Hoy es el día para
que tome esa determinación, la mejor que pueda asumir jamás. Su vida
experimentará cambio y crecimiento, tanto personal como espiritual.
Fernando
Alexis Jiménez
Fuente:
Estudio Bíblico
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