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l día que nos encontramos con Carlos, en una cafetería –muy cerca de la oficina--, agradeció aceptar esa invitación
“clandestina” para darle un consejo.
Un relato que abundó en detalles, desde su más tierna infancia cuando experimentó el rechazo de su madre y la actitud
reacia de su padre que consideraba un abrazo cosa de mujeres. Incluso, cuando caía al estar jugando, su padre lo obligaba a levantarse sin que asomaran a sus ojos señas de dolor o
llanto. “Cállese, que aquí los hombres no lloran”, le reñía. Ese rechazo—que lo marcó para siempre—llevó a que se refugiará en brazos de su madre.
Dios ama a las personas que practican la homosexualidad, y les ofrece siempre una nueva
oportunidad
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Planeábamos
bebernos una sola taza con café negro, pero fueron dos, tres y cuando
temía perder la cuenta de cuantos tintos
consumimos, miré el reloj: tres horas y media conversando. Y aún
faltaba más: Carlos terminó relacionándose en su adolescencia con otros
adolescentes que mantenían prácticas homosexuales, tres
meses después que un vecino abusara de él.
--A partir de ese momento, no he podido salir—explicó--. Unas
veces me hago el propósito de salir de ese
laberinto, pero termino yendo de nuevo a sitios donde se reúnen
personas que comparten mis gustos y, lo reconozco, he tenido relaciones
sin protección y temo tener sida. Eso me motivó a hablar
con usted porque mañana me entregan los resultados de pruebas que me
tomaron en la clínica--.
Un hombre honesto, trabajador, alegre, vivaz, y que me dijo: “Quiero amar a Dios pero no puedo porque Él no me acepta
como soy”.
Y tras un diálogo extenso de lo que tiene nuestro amoroso Padre celestial para él y quienes comparten su inclinación por
personas del mismo sexo, la preocupación que me compartió seguía rondando en mi cabeza: “Dios no me acepta como soy”. Sin duda, la misma perspectiva que tienen millares de
personas.
Poniendo las cosas en su lugar
El
mayor problema es que infinidad de hombres y mujeres—sin duda animados
por el propósito sano de la santidad—cuestionan
a quienes tienen prácticas homosexuales y anteponen a un Dios
castigador que traerá juicio. Es cierto, nuestro amado Padre es santo,
pero es justo y nos ama infinitamente, sin que –por
supuesto—quiera decir que pasa por alto cuanto hacemos. Pero
enfatizo: conoce quiénes somos y la sinceridad de nuestro ser.
El Señor conoce a Carlos, sabe del entorno familiar en el que creció desde su niñez y el abuso del que fue víctima, en
condiciones de indefensión. Dios conoce el contexto y detalles que pasan por alto.
Escribiendo a los cristianos de Corinto, el apóstol Pablo dijo: “¿O
no sabéis que los
injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni
los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni
los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el
reino de Dios.”(1
Corintios 6:9, 10)
El texto no se escribió pensando solamente en quienes mantienen una vida homosexual sino, orientada a quienes –por su
vida—están distantes de Dios y no quieren cambiar, en absoluto.
¿Se nace homosexual?
No hay la primera comprobación científica sobre trastornos que predispongan una persona a la homosexualidad. Si la hay,
por favor que me la muestren. En esencia es una opción personal, aun cuando en mi criterio personal no sea la más apropiada.
No hay comprobación científica de que la homosexualidad sea una enfermedad u obedezca a
irregularidades hormonales o genéticas…
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El investigador norteamericano, Richard Cohen, autor del libro “Comprender y sanar la homosexualidad”, señala que
“Creo que hay causas potenciales que pueden guiar a un hombre o
una mujer a sentirse atraído por alguien de su mismo sexo. Si ayudamos
al individuo a identificarlas, puede curar esos
sentimientos y conseguir que aflore su heterosexualidad. No creo que
la homosexualidad sea una enfermedad, pero sí que se deben curar
heridas emocionales. Una mala relación con los padres es el
inicio. Cuando un hombre no se conecta bien con su padre o una mujer
con su madre, los chicos suelen aferrarse a la madre y las chicas al
padre. Esas carencias de amor son más fuertes en la
adolescencia; por eso afirmo que si la persona logra superar sus
problemas, podrá recobrar su condición heterosexual.”(Diario El País.
2012/01/15. Pg. B7)
Como
se recordará, Richard Cohen, practicó la homosexualidad por espacio de
22 años y hoy, después de un proceso de
sanidad interior, reside en los Estados Unidos junto con su esposa y
tres hijos. Es autor de cuatro libros y conferencista internacional.
Dios,
entonces, ama al homosexual como tal, pero no comparte lo que hacen. Y
si la persona que optó por ese
comportamiento, quiere salir—porque Dios no obliga a nadie--, Él no
solamente puede ayudarle sino que quiere darle la mano en ese proceso.
Es posible dejar la homosexualidad, razón por la que
desde la antigüedad nuestro amado Padre celestial proscribió tales
prácticas cuando dijo a través de Moisés: “No te echarás con varón como con mujer; es abominación" (Levítico
18:22).
Se
equivocan quienes ofrecen la idea de un Creador con el ceño fruncido a
la casa de errores para traer castigo. Dios es amoroso y ofrece
oportunidades. Sabe qué situación llevó a la persona a tal
comportamiento y desea traer sanidad a su mundo interior; no obstante,
la decisión de seguir en ese camino, es de cada quien. Las
puertas siempre están abiertas al cambio…
Recuerde que, con ayuda de Jesucristo, todo es posible (Cf. Filipenses 4:13); incluso, pasar de homosexual a heterosexual. El primer y más grande paso que usted debe dar, es recibirlo como su único y suficiente
Por Fernando Alexis Jiménez
Fuente: Estudios Bíblicos
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