Ya vosotros
también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente,
haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado. Colosenses 1:21.
En otro
tiempo. Allá, en los rincones más apartados de la ignorancia espiritual; en las
sombras del alejamiento de Dios; en los páramos de la desesperación. Cuando no
conocíamos a Cristo; cuando, intentando ser felices a nuestro modo,
peregrinábamos por caminos tormentosos que nos conducían a la muerte.
En otro
tiempo. Cuando llegaba la noche y no podíamos dormir, porque la culpa generaba
un miedo espantoso de la soledad; cuando sentíamos un dolor extraño dentro del
pecho, y no sabíamos definirlo. A nosotros, que éramos extraños, porque nadie
podía entender las incoherencias de nuestras acciones: sí, a nosotros, que
éramos controlados por la mente enemiga; a nosotros, Dios nos buscó y nos
encontró, y nos reconcilió por la sangre de su Hijo.
El
versículo de hoy nos muestra que la raíz del sufrimiento es la mente enemiga:
solo una mente enemiga puede maltratar a la naturaleza de la forma que lo
hace; solo una mente enemiga puede acabar con la fuente de los recursos
naturales, llevado por la voracidad de la ganancia.
¿Cómo
explicar, si no existiese la mente enemiga, que un adulto abuse de un niño?
¿Cómo entender la autodestrucción de un joven, dominado por las drogas? ¿Cómo
justificar la agresión de un hombre a la mujer que prometió amar hasta la
muerte?
En vano
intenta la psicología humana explicar los meandros intrincados del
comportamiento humano; en vano, trata la sociedad de reeducar a un delincuente:
solo Dios tiene la solución para el problema del pecado, porque solo él puede
transformar la mente enemiga.
El
instrumento para hacerlo se llama reconciliación. En la persona de Jesús,
somos traídos de vuelta a los brazos del Padre. Y ese día, la alocada carrera
del ser humano llega a su fin. Ese día, no necesitas probar a nadie que eres lo
que eres; ese día, simplemente te encuentras a ti mismo.
Por eso,
hoy, sal de tu casa recordando la declaración de Pablo a los colosenses: “Y a
vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra
mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado“.
Fuentes: Reflexiones Cristianas
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