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Mateo 7.7-11 | Nuestro Padre celestial nos manda a orar siempre (1 Ts 5.17). Y
promete que si pedimos, recibiremos (Lc 11.9). Sin embargo, ¿cuántas veces la
respuesta a nuestras peticiones ha sido el silencio?
El Señor no
nos diría que oremos si no va a responder nuestras oraciones. De hecho, Él dice
que cualquier padre que ama a sus hijos les da lo que necesitan y lo que es
bueno (vv. 11-13). Y Él, como nuestro Padre celestial, nos dará mucho más. Pero
si queremos que Dios nos responda, tenemos que cumplir con tres condiciones
importantes.
Primero, debemos tener una relación correcta
con Jesucristo, poniendo nuestra fe en Él como Salvador. Pero algunas personas eligen vivir
haciendo cosas malas aun después de la salvación. La Biblia dice: “Si en mi
corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Sal
66.18). Esto no significa que nunca podemos cometer un error —Dios entiende
nuestra fragilidad. Pero sí que debemos arrepentirnos de todo pecado conocido,
y evitar seguir en él.
Segundo, debemos pedir lo que es correcto. La Sagrada Escritura nos recuerda
que debemos pedir conforme a la voluntad de Dios (1 Jn 5.14). Eso significa que
podemos expresarle nuestras esperanzas y deseos, pero sometiéndonos a lo que Él
considere mejor. Con el tiempo, nuestros anhelos pueden perder su atractivo o
poner a prueba lo que hay en nuestro espíritu.
Tercero, debemos orar por cosas específicas y
con confianza.
Cuando hacemos peticiones que armonizan con la voluntad de Dios, podemos tener
la seguridad de que Él responderá.
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