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Hebreos 12.1-3 | ¿Ha sentido usted alguna vez como si hubiera perdido el rumbo?
Quizás iba muy bien, pero de repente, no estuvo seguro de qué camino tomar. De
vez en cuando, todos enfrentamos circunstancias en las que nuestro sentido de
dirección espiritual parece confuso. Pero, afortunadamente, Hebreos 12.1-3
ofrece un plan claro para que encaminemos nuestra vida después de que hayamos dado
pasos en falso.
Primero,
“despojémonos de todo peso”. En otras palabras, debemos quitar cualquier cosa
de nuestra vida cuyo peso nos esté agobiando como el estrés, la culpa, el
temor, la vergüenza y el remordimiento.
Segundo,
“despojémonos… del pecado que nos asedia”. ¿Se ha sentido alguna vez totalmente
impotente a causa de su pecado? Cuando no se le presta atención al pecado, éste
crece como una enredadera silvestre. El pecado puede empezar siendo pequeño,
pero podrá apoderarse de usted si no extirpa su raíz temprano.
Tercero,
“corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. Eso significa que
debemos mantenernos enfocados, y si caemos, levantarnos otra vez, y avanzar.
Con la determinación de un atleta olímpico, seguimos adelante con nuestra
mirada en la meta, a pesar de los obstáculos y las distracciones.
Pero, aun
cuando nos sintamos perdidos, podemos estar seguros de que Dios tiene un plan
específico para nuestra vida. Él sabe dónde hemos estado, dónde estamos ahora,
y hacia dónde nos dirigimos. La ruta ha sido puesta delante de nosotros, y el
Señor Jesús se encuentra esperando en la línea de llegada.
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