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Hebreos 12:1-4 | Mientras visitaba Australia, una noche particularmente
despejada tuve la oportunidad de ver la Cruz del Sur. Ubicada en el hemisferio
sur, esta constelación es una de las más visibles. Ya en el siglo xv, los
marineros y los navegantes comenzaron a basarse en ella para determinar su
posición y navegar por los mares.
Aunque es
relativamente pequeña, se ve durante casi todo el año. Aquella noche, la Cruz
del Sur brillaba tanto en medio de la noche oscura, que aun yo pude
distinguirla entre el cúmulo de estrellas. ¡Fue una vista realmente magnífica!
Las
Escrituras nos hablan de una cruz aun más maravillosa: la cruz de Cristo.
Cuando miramos las estrellas, vemos la obra del Creador; pero cuando miramos la
cruz, vemos al Creador que murió por su creación. Hebreos 12:2 nos invita a
poner «los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios».
Lo
maravilloso de la cruz del Calvario es que, aún siendo nosotros pecadores,
nuestro Salvador murió por nosotros (Romanos 5:8). Los que colocan su fe en
Cristo están ahora reconciliados con Dios, y Él los guía por la vida (2
Corintios 1:8-10).
¡El
sacrificio de Cristo en la cruz es la más grandiosa de todas las maravillas!
La cruz de
Cristo es el único puente seguro hacia la eternidad.
(Nuestro
Pan Diario)
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