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Salmos 34.1-8 | El desánimo puede ser el resultado de diferentes escenarios,
pero Satanás es el instigador. Él hará todo lo que pueda para abatirnos, y para
que mantengamos nuestro enfoque en las cosas negativas, en vez de Dios.
Una forma
sutil de desánimo espiritual es la idea de que no podemos agradar a Dios. Esta
es una trampa del diablo que atrapa a muchos cristianos. Si escribiéramos todo
lo que pensamos que tenemos que hacer para agradar a Dios, ¿qué tan larga sería
esa lista? Pensaríamos que debemos leer más la Biblia, orar más, dar más, y
testificar más de Cristo. Probablemente llenaríamos ambas caras de la hoja.
Después miraríamos la lista y nos daríamos cuenta de que es imposible cumplir
cada una de esas tareas. Esa es la trampa. Lo que agrada al Señor es nuestra
obediencia, no el que tratemos de cumplir una lista larga de obligaciones.
La oración
no contestada es también otra fuente de desánimo. Cuando presentamos una
petición al Señor, Él no la responde necesariamente de la manera o en el
momento que nosotros quisiéramos. Cuando ese es el caso, muchas veces nos
decaemos, y a partir de allí podemos decidir no seguir orando.
Ayer vimos
que poner nuestra mirada en el Señor es esencial para romper las cadenas del
desánimo. Cuando busque a Dios, dele gracias por estar con usted mientras se
sintió desanimado. Luego, acepte que Él debe tener el control de su vida. Y por
último, reconozca que Él es bueno, y que al final hará que las circunstancias
sean para bendición de su vida.
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