sábado, 4 de enero de 2014

Un cuerpo saludable




 Leer | 1 Corintios 6.12, 19, 20 | Todos sabemos que existe una relación innegable entre nuestra salud y nuestra capacidad para alcanzar el máximo potencial. Podemos afanarnos por tener un corazón limpio, una mente pura y una agenda equilibrada, pero sin un cuerpo saludable simplemente no podremos dar lo mejor de nosotros. La buena salud se verá reforzada si comenzamos a pensar en nuestro cuerpo de la misma manera que Dios lo hace.

 En 1 Corintios 6, el apóstol Pablo enseña que nuestros cuerpos le pertenecen al Dios vivo (vv. 19, 20). Como resultado, tenemos que decidir entre descuidarlo o cuidarlo.

Ninguno de nosotros entraría en una iglesia para destruirla intencionalmente, pues la respetamos como un lugar de adoración a Dios. Teniendo eso en mente, pensemos entonces que el cuerpo humano, por ser la morada del Espíritu Santo, es mucho más importante que cualquier edificación que haya existido.

Sin embargo, las personas suelen asumir que descuidar o maltratar el cuerpo es un derecho que les pertenece. Ya se trate de alguna adicción, del aborto o de hábitos malsanos, muchos dicen: “Este es mi cuerpo. Puedo hacer con él lo que yo quiera”. Pero cuando leemos la Biblia, encontramos que nuestro cuerpo no nos pertenece. Aunque usted puede hacer con él lo que le plazca, pagará el precio por su mala decisión. El pecado tiene consecuencias, y el pecado contra el cuerpo puede ocasionar un castigo que durará aun más allá de la generación actual. Pídale a Dios que le ayude a considerar su cuerpo como Él lo hace, para poder cuidarlo adecuadamente.

(En Contacto)

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