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Pedro 1:5-11 | Hace 81 años, un muchachito de 9 oraba pidiéndole a Jesús que
fuera su Salvador. La madre escribió estas palabras en un diario: «Hoy empieza
algo nuevo para Clair».
Clair, mi
padre, lleva ocho décadas caminando con Cristo, y señala aquel día en que tomó
la decisión de seguir al Señor como el comienzo de su travesía. Crecer
espiritualmente es un proceso de toda la vida, no un acontecimiento que ocurre
una sola vez. Así que, ¿cómo alimenta su fe y sigue creciendo un creyente
nuevo? A continuación, detallo algunas cosas que observé a través de los años
en la vida de mi padre:
Lee las
Escrituras habitualmente para conocer más a Dios, y ha hecho de la oración un
componente diario de su vida (1 Crónicas 16:11; 1 Tesalonicenses 5:17). La
lectura bíblica y la oración nos ayudan a acercarnos al Señor y enfrentar la
tentación (Salmo 119:11; Mateo 26:41; Efesios 6:11; 2 Timoteo 3:16-17; 1 Pedro
2:2). A medida que entregaba su vida a la fe y la obediencia, el Espíritu Santo
comenzó a desarrollar en él el «fruto del Espíritu» (Gálatas 5:22-23). Nosotros
demostramos el amor de Dios a través de nuestro testimonio y servicio.
La travesía
espiritual de mi papá continúa, y lo mismo sucede con la nuestra. ¡Qué
privilegio tener una relación en la cual podamos crecer «en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 3:28)!
La
salvación es el milagro de un momento; el crecimiento es la labor de toda la
vida.
(Nuestro
Pan Diario)
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