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Filipenses 4:10-18 | Recibí esta nota de una amiga que trabaja en un orfanato
en un país en vías de desarrollo: «Ayer, mientras estaba sentada en mi oficina,
noté una hilera de hormigas en el suelo. Al seguirlas, quedé pasmada cuando vi
que miles de ellas habían cubierto totalmente las paredes de nuestro edificio,
por dentro y por fuera. Pululaban por todas partes. Felizmente, uno de los
empleados… se puso a trabajar. En menos de una hora, no había más hormigas».
Después de
narrar esta historia de insectos, mi amiga escribió: «¿Cómo andan las cosas en
tu trabajo?». A veces, necesitamos que se nos recuerde qué precisan aquellos
que han dejado las comodidades y los beneficios del hogar. Dios llama a cada
uno a diferentes sendas de servicio, y algunas son accidentadas. A nadie le
agrada trabajar en una oficina invadida de hormigas, pero mi amiga no está allí
para obtener ventajas.
Su corazón
y el de muchos otros creyentes han sido capturados por Cristo, y consideran que
abandonar las comodidades y los servicios «básicos» es poca cosa si se trata de
honrar a Aquel que nos ama. Ellos necesitan nuestro respaldo tal como Pablo
dependía de sus amigos filipenses: mediante la comunión (Filipenses 1:5), las
finanzas (4:16) y el interés sincero (4:18). Cuando alentamos a nuestros amigos
que han dejado el entorno familiar para servir a Dios en otras partes,
mostramos nuestro amor al Señor, que los envió.
La gloria
de la vida es amar, no ser amado; dar, no recibir; servir, no ser servido.
(Nuestro
Pan Diario)
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