LEA: Mateo
13:44-50 | En 1867, en una granja de Sudáfrica, Erasmus Jacobs, de quince años
de edad, encontró una piedra que relucía bajo el sol. Al poco tiempo, un vecino
se enteró de aquella roca brillante y quiso comprársela a la familia.
Desconociendo su valor, la madre de Erasmus le dijo a su vecino: «Si la quiere,
llévesela».
Con el
tiempo, un mineralogista determinó que la piedra era un diamante de 21,25
quilates sumamente valioso. Llegó a conocerse como «el diamante eureka» (la
palabra griega eureka significa «¡lo encontré!»). Poco después, el valor de los
campos cerca de la granja de los Jacobs aumentó enormemente. Bajo tierra, había
uno de los depósitos de diamantes más rico que se haya descubierto.
Jesús
afirmó que el valor de ser parte del reino de Dios es como un tesoro: «Además,
el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual
un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo
que tiene, y compra aquel campo» (Mateo 13:44).
Cuando
ponemos nuestra fe en Cristo, se produce un «momento eureka» espiritual. Dios
nos perdona por medio de su Hijo. Es el tesoro más maravilloso que pueda
encontrarse. Desde ese momento, toda la vida puede empezar a centrarse en el
valor de convertirse en un miembro gozoso de su familia eterna. Tenemos el gozo
de compartir con otros este valioso descubrimiento.
El reino de
Dios es un tesoro que hay que compartir.
(Nuestro
Pan Diario)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.