LEA: Lucas
1:26-33 | Uno de mis pasajes favoritos del Mesías de Händel es el vibrante
movimiento «Porque un Niño nos es nacido», de la primera parte del oratorio. En
especial, me encanta cuando el coro aumenta el volumen hasta llegar a la frase:
«Hijo nos es dado». Por supuesto, estas palabras están tomadas de Isaías 9:6:
«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado». La majestuosa música de
Händel se eleva en adoración por el Hijo que vino a nosotros en forma humana
aquella primera Navidad.
El Nuevo
Testamento aclara aun más quién es este Hijo. En Lucas 1, el mensajero
celestial se le apareció a María e identificó al niño Cristo de cuatro maneras:
sería el hijo de María, para convertirse totalmente en humano (1:31); sería el
Hijo del Altísimo, lo cual lo hacía completamente divino (1:32); también sería
el Hijo de David, lo que le otorgaba linaje real (1:32); y llevaría el título
de Hijo de Dios (1:35), lo cual lo equiparaba en todo con el Padre. Todos los
roles que el Mesías fue llamado a desempeñar son posibles mediante estas
distintas expresiones de su condición de Hijo.
Cuando lo
adoremos durante esta Navidad, que nuestra celebración esté llena de gozo y
asombro ante la plenitud de su significado. Nuestro Padre celestial nos ha dado
a su Hijo perfecto y suficiente. Como dice la canción: «¡Venid, adoremos a
Cristo el Señor!
El amor de
Dios se encarnó en Belén.
(Nuestro
Pan Diario)
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