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Efesios 4.14-16 | El devocional de ayer habló de tres pasos para el crecimiento
espiritual: renovar la mente mediante la lectura de la Biblia, confesar el
pecado, y arrepentirse. Hoy veremos tres factores más que nos ayudarán a
madurar espiritualmente.
A cualquier
creyente, ya sea maduro o joven en la fe, le conviene recibir orientación
espiritual. He visto a hombres y mujeres apartarse de Dios por haber sido
demasiado orgullosos para reconocer su debilidad. El Señor nos ve como somos en
realidad; carecemos de la capacidad de vernos a nosotros mismos objetivamente,
por lo cual es importante tener alguien que sea sincero en cuanto a nuestras
faltas y errores. Un confidente temeroso de Dios no será condenatorio, sino
amable y compasivo.
También
crecemos espiritualmente cuando servimos a Dios mediante el servicio a los
demás. A veces, esto puede significar ministrar a alguien que tiende a resaltar
nuestras peores características. Pero involucrarse en la vida de alguien así
puede ayudarnos a aprender a tener paciencia, tolerancia y amor.
Un paso más
es responder adecuadamente al dolor y a las dificultades. Todos deseamos que
nuestro mayor crecimiento se produzca durante períodos tranquilos de nuestra
vida. Pero la verdad es que crecemos cuando enfrentamos adversidades.
Enfocarnos en el Señor, no en la fuente de nuestro dolor, es la respuesta
adecuada.
Por tanto,
¿quiere usted en verdad crecer espiritualmente? Para ello se requiere tiempo,
atención y dedicación. Pero si se decide a transitar el camino de Dios para el
crecimiento espiritual, puede esperar llegar a ser más como Cristo cada día.
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