1 Corintios 1:3 | Varias epístolas empiezan con “Gracia y paz a
vosotros…”. ¿Por qué? La razón es porque no podemos experimentar la paz de Dios
si antes no sabemos cómo recibir su gracia y caminar en ella. Hay tres cosas
sobre la gracia que debemos comprender: (a) no puede ganarse; (b) Dios es Quien
hace por ti lo que tú no puedes hacer por ti mismo; (c) normalmente no entra en
funcionamiento hasta que dejas de empeñarte en querer hacer las cosas a tu
manera.
Santiago escribió: “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los
humildes” (Santiago 4:6b). Los humildes son aquellos que admiten que no son
capaces de lograr éxito sin la ayuda del Señor. Pero los orgullosos siempre
tratan de obtener reconocimiento. Les gusta creer que es su habilidad la que
consigue que se haga el trabajo, por lo que les es difícil pedir ayuda, y aun
más, aceptarla. Por eso Pedro escribió: “…creced en la gracia…” (2 Pedro 3:18).
Sólo aprendemos a confiar en Dios al hacerlo. Crecemos en gracia practicando la
confianza en Él, contando con la gracia de su provisión diaria, y su
intervención en situaciones difíciles o imposibles para nosotros.
Reconócelo: nunca habrá un solo día en el que no necesites la gracia de
Dios. Y si estás dispuesto a reconocer que la necesitas y la recibes por fe,
nunca te faltará. Escucha: “De su plenitud [abundancia] recibimos todos [todos
recibimos una porción y todos fuimos provistos], y gracia sobre gracia” (Juan
1:16).
(Devocionales Cristianos)
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