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Corintios 16.13, 14 | Todos queremos que la iglesia sea fuerte, pero la falsa
doctrina, la apatía y la falta de disciplina se combinan para debilitarla.
Pablo habló de tres maneras de ayudarla a que sea más fuerte.
• Estar alerta a las falsas doctrinas. Nada debilita más la efectividad de
una congregación, que las creencias anti-bíblicas. El mundo aprueba en gran
medida la inmoralidad y las filosofías que mezclan la verdad con un poco de
engaño. A menos que estén arraigados firmemente en la Palabra de Dios, los
creyentes son susceptibles a esas mentiras. Mantenerse firmes requiere que la
Sagrada Escritura sea predicada desde el púlpito y estudiada por la
congregación.
• Respetar a los siervos de Dios. Con frecuencia, los miembros de la
iglesia critican a sus líderes en vez de animarlos. Todas las personas en
posición de autoridad pueden, sin duda, cometer errores o caer en pecado
—porque son humanos. Pero ellas se han dedicado a ayudar a las personas a escuchar
y entender la Palabra de Dios. La congregación tiene la responsabilidad de
mostrarles apoyo y amor. Quienes conozcan profundamente a Dios estimarán a sus
siervos escogidos. De manera que, preocuparse por el pastor, prepara el corazón
del creyente para conocer mejor al Señor.
• Aceptarse unos a otros. Como una comunidad de creyentes,
debemos cultivar un espíritu de unidad y recordar que Dios nos ha dado un rol
particular a cada uno de sus hijos.
Cada
iglesia local tiene un gran potencial a causa de los creyentes y los dones que
Él ha reunido.
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