Leer |
Hechos 1.6-9 | La presión siempre está presente. A veces, parece como si los
problemas de nuestra vida se multiplicaran, y nos sintiéramos tentados a elegir
una solución que no agrada a Dios. Si queremos tomar buenas decisiones,
necesitamos la sabiduría y el poder de Dios. La manera de obtenerlos, según
Santiago 1.5, es pedirlos a Dios, quien anhela derramarlos sobre todos los que
se han rendido a su plan.
Haga una
pausa para pensar en el potencial que está a disposición de todo creyente. El
poder del Espíritu Santo —que ayudó a Jesucristo a resistir las tentaciones del
diablo, levantar a Lázaro de los muertos, y seguir la voluntad de Dios antes
que la suya (Lc 22.42) —produce un carácter como el de Cristo en nosotros. No
es algo que podemos manipular o activar y desactivar a discreción. El Espíritu
de Dios sabe exactamente cuándo y cómo utilizarlo en nuestra vida.
Uno de los
propósitos primordiales de este poder, es cultivar el fruto espiritual en los
que siguen a Dios (Gá 5.22, 23). Los no creyentes son atraídos a la luz de
Cristo que hay en nosotros, cuando manifestamos paz interior y calma en
nuestros rostros a pesar de la dificultad. Reconocen que el modo de actuar que
da la llenura del Espíritu, no es la reacción humana típica. Cuando el fruto
espiritual se manifiesta en nuestras vidas, es como si pregonáramos: “¡Jesús es
real!”
El poder
divino nos da la fortaleza espiritual para cumplir el plan de Dios. El Espíritu
Santo libera su poder para que nuestras vidas glorifiquen al Padre celestial y
demuestren que el Señor salva y transforma por medio de su Hijo.
(En
Contacto)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.