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| Santiago 1.2-4 | Una persona llena del Espíritu no está libre de problemas.
Los que están bajo el control del Espíritu Santo seguirán cometiendo errores,
teniendo dificultades y pecando. Pero hay dos características que distinguen a
los seguidores de Cristo de los no creyentes.
Primero,
no son controlados por sus circunstancias; segundo, recobran el enfoque después
de haber pecado.
Cuando
el Espíritu Santo tiene el control, nuestra actitud no dependerá de lo que
ocurra a nuestro alrededor. En otras palabras, la vida no tiene que estar libre
de preocupaciones para que tengamos paz; nuestro gozo espiritual no disminuirá
aunque enfrentemos reveses.
Cualquier
persona puede ser cariñosa, amable y estar serena en tiempos de bendición. Pero
¿qué sucede con nuestra actitud en momentos de dificultad? Quiénes somos se
evidencia, no cuando las cosas salen como queremos, sino en los momentos
difíciles. Si el Espíritu Santo tiene el control, aprenderemos a amar cuando
quisiéramos odiar; a ser bondadosos cuando seamos acusados; a responder con
gentileza cuando los demás sean crueles; y a tener dominio propio cuando seamos
tentados.
Ninguno
de nosotros hará todo esto a la perfección porque todavía vivimos con el ego
interior. Pero cuando pequemos, responderemos con rapidez a las indicaciones
del Espíritu. Él no tendrá que esforzarse para captar nuestra atención, pues
estaremos bajo su autoridad. Reconoceremos el mal que hicimos, lo confesaremos,
y nos reenfocaremos en lo que Dios dice.
Si
usted es un seguidor de Cristo, ¿quién tiene el control de su vida?
(En
Contacto)
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