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ROMANOS 14.19 | En el Sermón del monte, Jesús habla de los pacificadores (Mt
5.9); el pasaje suena casi como si ellos fueran una raza especial con
habilidades singulares. Algunas personas tienen, efectivamente, una manera de
ser que trae paz adondequiera que van. No obstante, todos podemos llegar a ser
pacificadores porque, según 1 Corintios 7.15, “a paz nos llamó Dios”.
Pero,
lamentablemente, el éxito en este terreno muchas veces nos esquiva, y la razón
es que nos damos por vencidos demasiado pronto. Con algunas personas, es
necesario que recorramos la segunda milla; no solo buscar la paz sino también
seguirla (Sal 34.14). Ese empeño puede ser muy costoso a veces, pero
evidentemente Dios espera algunos intentos bastante heroicos en este aspecto,
porque nos dice: “Seguid la paz con todos” (He 12.14).
Además de
esto, Romanos 12.18 nos dice: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres”. A veces, nos esforzamos demasiado por
analizar las palabras “en cuanto dependa de vosotros”. Podemos estancarnos al
tratar de resolver si debemos tomar la iniciativa de reconciliarnos con
alguien, o esperar que la otra persona se nos acerque.
El Señor
Jesús dejó en claro que la unidad dentro de la iglesia es una prioridad
absoluta. Realmente no importa si hemos ofendido a otros, o hayamos sido
ofendidos; en cualquier caso, debemos tomar la iniciativa de reconciliarnos con
nuestros hermanos. Y aun cuando un hermano no quiera escuchar, “sigamos lo que
contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Ro 14.19).
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