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Corintios 4:10-17 | Una publicidad radial sobre relojes sugiere que los oyentes
compren un reloj con una correa de color brillante y que después lo lleven
puesto junto con ropa de otros colores. El anuncio dice que cuando la gente
note tu reloj por el color contrastante, «verán que tienes una “valentía
colorida” y querrán ser como tú». A todos nos gusta que los demás sigan nuestro
ejemplo.
Si haces
una lectura rápida de 1 Corintios 4, tal vez pienses que el apóstol Pablo suena
un poco arrogante al decir que sigamos su ejemplo de sacrificio personal (v.
16). Sin embargo, una consideración más detallada de sus palabras muestra por
qué escribió con tanta jactancia: podía pedir que lo imitaran porque él imitaba
a Cristo (11:1), el Siervo más maravilloso de todos.
La
persecución que soportó y la posición que mantuvo en la iglesia (4:10-17)
tuvieron lugar porque Pablo seguía a Jesucristo. Cuando señaló que aunque los
corintios tuvieran 10.000 maestros, él seguiría siendo su padre en la fe (v.
15), estaba reconociendo que Jesús es la única razón por la cual las personas
podían confiar en sus enseñanzas.
Si queremos
que la gente nos imite, debemos primeramente imitar a nuestro Señor. Si hay
alguna razón para que los demás sigan nuestro ejemplo (y nuestra valentía al
guiar a otros para que acudan al Salvador), todo se debe a Él, no a nosotros.
Los demás
deben imitarnos solo si imitamos a Dios.
(Nuestro
Pan Diario)
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